¿Para qué y partir de quien?...quizás reencarnando la pasión en amores perdidos, transformados en vampiros y amistad
Todo por una frase que me
dijeron, ("estás a punto de entrar a la segunda mitad de tu vida"...),
hoy es de esas tardes de nostalgia. De sentir en los huesos, eso sí, que estoy
a punto de entrar en otra etapa de la vida...
Tan nostálgica me siento, que revolví cajones, desacomodé muebles, hasta encontrar una cajita de cerillos, para encender mi cigarro, como lo hacía antes, (ese antes de ser más joven, ese antes de los encendedores que costaban casi lo mismo que la cajetilla de cigarros, -y de ahí que fuera más fácil y barato, tener cerillos por todos lados-, ese antes de tiempo amargo y dulzón)... nostálgica, te digo...
Y ya bien armada con mi cigarro, empecé a escribir... ¿De qué quería escribir?
¡Rayos!, es que me distraje pensando en mi primera máquina de escribir, una
Olivetti semiautomática, color azul celeste, (¿recuerdas el juego de los
listones? La cantidad de colores que uno se inventaba, caray... ¿Y el juego de
las cebollitas? Qué fuerza debías tener en piernas y brazos, para que no te
arrancaran al compañero de enfrente...) ... uy, perdón, decía algo de aquella máquina
de escribir, que no era mía nada más, porque tenía que compartirla con mi
hermana y con mi hermano, y con una mamá que a veces escribía recetas de
cocina, que nunca preparaba, en realidad. ¡Ah, pero cuando era mi turno, ese
taka-taka de las teclas firmes, se escuchaba hasta la esquina!
¿Qué cómo lo sé? Porque a veces escribía mirando por la ventana y la gente,
(chiquitita desde el cuarto piso de mi departamento), caminaba volteando a
todos lados, tratando de distinguir de dónde venía el sonido... aunque también
puede que haya sido que se cuidaban de los pelotazos de un montón de niños
jugando en las calles, o los alteraban los cláxones de un cruce de 4 calles que
se encontraban en un punto, o quizá buscarían a quién saludar. Porque era una
época en que sabías el nombre de tus vecinos, el nombre de la señora de la
tienda, el nombre del señor que recogía cada 2 ó 3 días la basura... mmmh,
nostálgica te digo...
Y, ¡bueno! ¿de qué escribir? ¿De la segunda mitad de la vida? ¿De cuando
escribía sin fumar? ¿De mis hermanos? ¿De la vieja Olivetti azul? ¿De mi niñez?
¿De cuando empecé a fumar? ¿De mi colección de encendedores?
...¿De qué iba a escribir?...
¡Rayos, se me ha consumido el cigarro en el cenicero, sin haberlo probado!
¡¡Qué raro es tomarme un ron a tu lado y tú no lo hagas!!
Raro, como otras cosas...
Cosas tuyas, que me gustan y las quiero todas.
- ¿Te gusta cómo soy? ¿Me quieres así?
(Preguntaste el viernes pasado).
- ¡Sí, mucho!
(Respondí, como cuando las cosas se dicen desde el alma).
- Lo malo es que te tengo a ratitos.
(Debí haber agregado, como cuando las cosas se dicen desde el corazón).
Los lunes y sus atorones, sus asegunes... y tu frase: "quizá nunca estemos de acuerdo en eso, pero en un montón de otros puntos, sí..."
Y, sí... ¡qué fácil nos ha resultado acordar, conciliar!
Debe ser grande lo que tenemos. Más que cualquier lunes... y que valga en toda su dimensión la comparación. Conste.
A propósito: "...Mi martes se enamoró,
el miércoles lo siguió y al jueves le sobran ganas,
...mi viernes quiere saber
si el sábado puede ser mirarnos por la mañana..."
A estas alturas del partido no me encabrona su obsesión por la limpieza y el orden, excepto con sus libros que aparecen por todos los ri...