miércoles, 26 de abril de 2023

Divagación Infinitesimal (Capítulo V)

De la exasperación de un deseo

“Es verdad que el mundo no es un compuesto de un número finito de átomos, sino más bien como una máquina compuesta en cada una de sus partes por un número verdaderamente infinito de resortes; pero también es verdad que quien la ha construido, y quien la gobierna, es de una perfección aún más infinita, puesto que ésta va a una infinidad de mundos posibles que él tiene en el entendimiento y de entre los cuales ha elegido aquel que le ha gustado”  Leibnitz

Se leía en el panfleto que tenía intercalado en el libro que dejó sobre la mesa mientras se levantó al sanitario, y en el cual tenía anotados varios números telefónicos, pero el único que tenía nombre era de una tal MI.

— ¿Y qué tal tu conferencia?

— Interesante, pero a mi modo de ver le faltó substancia, los exponentes empezaron muy bien, pero fueron cayendo en retóricas poco fecundas, desde mi punto de vista claro.

— ¿Con quién fuiste?

— Solo hermosa, aunque allá coincidí con un par de conocidos

“Conocidos o conocidas” pensé, él no había preguntado nada de lo que a mí me hizo cancelarle, ya estaba mi razón entrando en terrenos áridos e indeterminados, donde yo me preguntaba y respondía a la vez, si la respuesta no me gustaba le buscaba la cuadratura al círculo. El cuestionarlo me nace de la exasperación del deseo.

 — ¿Podemos ir a tu casa cuando términos aquí?, me gustaría quedarme contigo toda la noche, pedí permiso mañana en mi trabajo –me miro con asombro y se dibujó en su rostro una sonrisa hermosa

— En los dos ¿trabajos? ¿Ya nos vamos? —no pregunto nada respecto a mi esposo, nunca lo hacía.

— Si en los dos, ¡eres un payaso mamón!, y no, nos vamos al terminar, ni siquiera han llegado mis camaradas, como tú les dices. ¿Pero no estará tu hija?

— Lo más probable es que si esté o llegué, pero eso no importa, ni se molestará ni dirá nada, yo no lo hago cuando ella lleva a alguien.

— ¿A su novio? ¿Seguro no te incomoda?

— Más bien a sus novias, y no me incomoda, pero si a ti si ahora le hablo y le digo que no llegue –soltó una carcajada.

Me sorprendió su respuesta, pero no quise ser inoportuna preguntando. En esos momentos llegaron R y MA, se veían misteriosos, se acercaron a A y sólo escuché cuando dijeron “todo listo”. Las luces de la cantina se apagaron y entró el capitán de meseros con una copa grande que puso en la mesa y enseguida prendió el contenido con un encendedor, y se iluminó la mesa con una luz entre azul y verde. No me di cuenta de dónde las tomaron, pero los tres me entregaron sendos ramos de diferentes flores, A me abrazó primero.

— Feliz cumpleaños Hermosa y gracias por estar, por compartir tiempo y vida con este trío de ridículos —enseguida me abrazaron también ellos. El trío ya estaba detrás de ellos con sus guitarras, las luces seguían apagadas, los asistentes aplaudían cuando A me dio un beso largo en la boca y empezaron a cantar. Me ganó el sentimiento y empecé a llorar.

— Hasta el sábado es mi cumpleaños, ya me hicieron llorar pinches.

Más tarde llegaron dos amigas y dos amigas de A invitados especialmente para celebrarme. La noche pasó entre canciones, poemas, bromas, siendo yo el centro de atención hasta de los meseros. Era evidente el gran aprecio que le tenían todos a A.

Cuando llegamos a su casa estaba un auto estacionado en la cochera, supuse era el de su hija y le pregunté.

— ¿Está tu hija?

— Si, pero no te preocupes, debe estar ya dormida, si no te la presento y nos tomamos un café —me invadieron los nervios, era una situación embarazosa, pero no dije nada. Entramos, la casa estaba en silencio, “afortunadamente está dormida” pensé. Alcanzamos la habitación y pude respirar tranquila, me quité la falda y cuando me estaba quitando los zapatos me abrazo por la espalda y me susurró al oído.

— ¿Te la puedo meter por atrás?

— Si amor, pero con cuidado y no debemos hacer mucho ruido recuerda que está tu hija.

— No te preocupes su habitación está en la planta baja y del otro lado del pasillo.

Apenas terminó de decirlo me tomó por la cintura empinándome en la cama, ya se había desnudado, me bajó la tanga y me empezó a penetrar hasta que todo su miembro quedó alojado en mi ano. Era la primera vez que me la metía por atrás y sabía como hacerlo, no sentía dolor alguno y cuando empezó a cogerme fue una delicia, me provocó espasmos en el vientre, me gustaba más incluso que con mi esposo que era con quién más había tenido relaciones anales.

La noche transcurrió entre penetraciones vaginales, un par más por el culo, cunnilingus y felaciones. No supe a qué hora terminamos, pero dormí rendida en sus brazos.

Cuando desperté no estaba, pero había una nota en la cama, “No tardo, puedes bañarte si gustas, también dejé café preparado en la cocina”, me asomé por la ventana y el auto de su hija ya no estaba. Al poco rato llegó, aún me encontraba en la cama.

— ¿Dónde andabas?

— Fui por fruta y pan, para que lo pruebes, lo hacen en hornos de ladrillo y es una delicia. Si quieres puedes bañarte hay toallas limpias en el vestidor del baño.

— ¿Tú ya te bañaste? ¿y si nos bañamos juntos?

El agua resbalaba por mi espalda y llegaba a mis nalgas donde se encharcaba en mi culo, con su verga adentro, causando chirridos mientras la sacaba y metía. Yo pujaba a cada arremetida y me sentía derretir por dentro.

— ¡Me vas a sacar todo!, de verdad y no te va a gustar.

— Si me va a gustar y eso quiero —no dejaba de moverse y yo sentía que algo empezaba a escurrir por el ano, no pude controlar más las contracciones y sentí como le empecé a ensuciar el miembro, esto provocó tal excitación en él que se vació en mi culo, el espació se llenó de los olores de nuestros fluidos. Cuando lo sacó todavía seguí evacuando por unos instantes, un placer perturbador, jamás experimentado, acompañaba a la secreción que a la vez exponenciaba mis jadeos.

— Mira lo que me has hecho hacer, te ensucié y quedé toda embarrada —dije compungida

— ¿Te gustó?

— Si, fue muy raro, pero me gustó mucho —sin dejar que me volteara abrió mis nalgas y empezó a enjuagar, aplicó jabón y lavó alrededor, luego metió un dedo y lavó el interior, acto seguido enjuago con jabón su pene.

— Ya está listo para la que sigue

— ¿Cuál sigue? —pregunté sorprendida

— No lo sé quizá después de comer o antes de que te vayas —respondió travieso

Por la tarde noche, después de visitar librerías, tiendas de discos antiguos y regresar a comer su casa donde me preparó una pasta exquisita, nos despedimos, no quise que me llevara a mi casa, aunque mi esposo llegaría hasta el día siguiente.

— ¡Gracias amor, por el festejo, por la noche y por el día!

Nos despedimos con un beso. Mientras lo veía quedarse a la distancia analizaba la situación, ¿es amor o es ya un vicio?, lo peor de todo es que no tenía ni 3 minutos de dejarlo y ya lo extrañaba.

Historia 4 "E"...(Séptima parte [1])

  L a sala de llegadas internacionales estaba con bastante tránsito, la gente iba y venía con equipaje o sin él. Las salas de los aeropuer...