jueves, 20 de julio de 2023

Interludio V

Las calles de mi ciudad me extrañaban, ahora me abrazan, me acarician, me besan...Samuel lame mi cara.

Mi cama huele a él, a ella, a ambos pero no a mi, no a los tres...Pondré sábanas limpias

viernes, 7 de julio de 2023

Te extraño cada amanecer

 


Aquella tarde lluviosa

 

Tarde lluviosa para variar un poco en estos días. Cierro la tienda temprano y pienso en mis posibilidades:

a.- Ponerme a leer a Siri Hustvedt cuyo último libro he abandonado en las dos últimas semanas.

b.- Ver la película porno que me compré sólo por ver las imágenes de gorditas cachondas de la portada, ¡si me gustan así!

c.- Hablarle a mi hermana y decirle que por fin tengo un tiempo libre para que me cuente todas las historias familiares de las últimas semanas.

Opto por la última, busco un paraguas, no quiero llevarme el auto, prefiero ir en micro y luego en metro hasta portales y así poder ver las caras de las personas e imaginar lo que piensan, el por qué de sus caras, de sus gestos, imaginar hacia donde se dirigen, de dónde vienen; tomo mi micro en el periférico directo al metro Toreo, habrá que cambiarle de nombre ya que éste ha sido derribado para darle sitio a la plaza comercial que ahora toma el lugar icónico que fue por muchos años. Al pasar por Lomas Verdes me invaden los gratos recuerdos de cuando solía pasar a comer tacos justamente donde se encuentra el hospital del IMSS, tenía mis admiradores, ni que decir, de las obras de los alrededores que se acercaban por ahí. Llegaba yo muy mona con mi faldita o vestido lista para los piropos guarros al estilo de; “mamacita se lo mamo a tu novio”, creo que siempre he sido una morbosa incomprendida.

Ya en el metro busco acomodo en uno de los asientos donde pueda mirar la mayor cantidad de gente que sube y baja de los vagones, sin darme cuenta me he subido al de mujeres, otra forma más de discriminación de género, todas van absortas pensando quizás en su próxima cita, o en que tendrán que llegar a casa a preparar comida, a atender al esposo, a los hijos, la muchacha que va sentada casi frente a mi probablemente va a ver a su novio, pinta sus labios con mucho esmero, arregla su cabello, delinea sus ojos, después de una jornada de trabajo y quizás va pensando en pasarla bien en algún hotel de la ciudad.

Me distrae de mis pensamientos una chica como de unos 17 o 18 años que se sienta a mi lado…

- ¡Que tatuaje tan chido! -me dice - ¿Qué significa?

- AJ - le contesto lacónicamente.

Mi atención se ha fijado ya en una muchacha que acaba de subir, blusa ceñida un poco arriba de la cintura, pantalones ajustados, blanca, apenas con un ligero maquillaje sobre los ojos y de repente me asalta un deseo insano de algo que siempre he querido hacer, contengo la respiración y me digo que estoy loca, rió para mis adentros y sé que a veces si estoy loca.

Ya no escucho lo que me dice la chica que pregunta sobre mi tatuaje, asiento con la cabeza y me paro, camino por el pasillo del vagón dirigiéndome hacia a la puerta por donde se encuentra la chica de la blusa ajustada, siento su cercanía y la sangre se me hiela, bajo mi mano y la coloco suavemente en su nalga izquierda esperando una reacción de enojo, no se inmuta y deslizo un poco más abajo mi mano quedando entre las dos nalgas y entrepierna, son instantes que se detienen en mi mente, en mi mano, la chica se queda como si no pasara nada sólo alcanzo a sentir que endurece los músculos, bajo del vagón y volteo a verla, me mira sería pero sin enojo, le mando un beso con una mueca de mis labios, me sonríe y me sigo contenta a ver a mi hermana mientras pienso en AJ.  

Interludio IV

Estás a 9554 Km. de un beso mío

A menos de un Km. de quien te debe cuidar

A unos metros de quien te quiere coger...Sólo recuerden los dos que: ¡Con una chingada no tienen permiso!

 


Divagación Infinitesimal (Capítulo IX)

Paradojas del Infinito

Recordaba lo que había leído mientras escuchaba nuevamente la canción, perdí la cuenta de cuantas veces la había repetido.

“Morir de amor no es irremediable, contrariamente a lo que dicen algunos románticos desaforados. Las relaciones afectivas que valen la pena y alegran nuestra existencia transitan por un punto medio entre la esquizofrenia (el amor es todo «locura») y la sanación esotérica (el amor todo «lo cura»). Amor terrestre, que vuela bajito, pero vuela.”

Entiendo que amar no es sufrir, debe ser una sintonía como en una orquesta sinfónica, a veces sucede que alguien no entraba en tus planes y aparece en tu vida, porque la búsqueda de la media naranja no termina hasta que encuentras tu otra mitad, esto según el mito de Aristófanes planteado por Platón en el “Banquete”

Se muy bien lo que quiere decir aquello de: “Juntarse con el amante es echarle sal al postre”

¿Cómo domesticar la vorágine que se desprende de los amantes y que se da de una manera fascinante y exponencial?, yo creo que no se puede si el amante sólo nació de una necesidad de afectos y desafectos, y sobre todo del hedonismo, y no de la búsqueda sincera de amor, lo cual no es complejo sino lo que le sigue...paradojas del infinito. 

Él no rogó, no suplicó, no creyó en resurgimientos, ni en portentos espontáneos, no tenía por qué, sabía exactamente donde tenía los pies, la que no sabía era yo. Bela tenía razón A no distorsionaba la manera en que amaba… ¡vaya onanismos mentales los míos!

Llegué puntual, ya se encontraba ahí, se veía muy pulcro con su corte militar y no pude evitar pensar que olía muy bien, la vez anterior no percibí ese aroma suave y dulzón, quizá había utilizado alguna loción para la cita, sonreí para mis adentros.

Me tomó de la cintura y me besó con mucha vehemencia y por varios minutos, desabotoné y retiré su camisa sin dejar de enredar mi lengua con la suya, tenía un dorso musculoso. Terminado el beso empecé a besar y lamer sus tetillas mientras una de mis manos palpaba por encima del pantalón su erecta verga.

— Tengo algo de prisa, ponte en cuatro en la cama —me anunció mientras se iba quitando el pantalón. Hice lo que me indicó, pero sin quitarme nada de ropa, ni siquiera los zapatos, traía una falda corta que me había puesto para la ocasión. Ya desnudo él se colocó el condón, se acerco levantando mi falda e hizo a un lado la tanga, sentí como entró sin miramientos la punta de su verga en mi culo, lancé un tremendo grito que pareció excitarlo aún más de lo que ya estaba, pues de un jalón me metió todo el miembro empezando a cogerme fuerte y cadenciosamente. Sentí el primer golpe en unas de mis nalgas e inmediatamente recordé las nalgadas de la vez anterior, pensé en decirle que no, pero la excitación mezclada con la perversión y por un sentimiento de revancha, que no tenía sentido, pensando en A, lo dejé hacer, tal y como le gustaba, los golpes se sucedieron en ambas nalgas mientras con vigor inaudito me acometía y se escuchaban los choques de su vientre con mis nalgas.

Después de varios minutos sacó su verga de mi culo, se cambió el condón y me penetró por la vagina, las nalgadas continuaron, no tenían la fuerza de la vez anterior, y así era más placentero, quizá volverían a dejar huella. Sentí el devaneo del orgasmo alcanzando mis entrañas, las contracciones de mi vulva y los temblores de mi cuerpo se hicieron asincrónicos. Él resopló e incrementó la cadencia de la cogida, pasó aproximadamente casi media hora, paró y sacó su verga de mí, se puso en pie y retiró el condón; anticipándome me incorporé también y me hinqué frente a él mientras se acariciaba la verga con recios movimientos, a tiempo para recibir una andanada de semen en mi cara; en mi boca que abrí a una indicación suya y el cual tragué, tenía un sabor agradable. Parecía que había sacado todo pero seguía jalándosela cuando otro chorro salió y fue directo a mi cuello escurriendo hasta mis senos, cayendo también sobre mi blusa, jadeó y se sentó en el borde la cama. Por primera vez lo vi sonreír.

— Gracias A, estuvo muy rico, pero ya me tengo que ir —Se vistió, me pagó y salió, ahora entendía aquello de “El poder es el afrodisiaco más fuerte”

 

Ya son dos semanas sin ver y sin saber de A, ¿me pensará?, a veces es buena una dosis de escepticismo. Sé que él no tiene apegos, ni amores atascados, ama por amar y así puede amar a todo el mundo y no pensar en círculos…se vale extrañarlo, empecinarse en querer olvidar a alguien siempre produce el efecto contrario… entonces por mientras lo seguiré extrañando.

Mi esposo llegó a casa escasos minutos después de mí, platicamos un buen rato sobre varios temas, pero sobre todo en relación con la existencia del amor ágape, esto en el sentido más antiguo de la palabra derivada del griego y según los filósofos contemporáneos de Platón o como dice la canción el amor verdad e incondicional. Aunque a él parecían aburrirle estos temas, me dijo que estaba sumamente cansado, nos fuimos a la cama y ni tardo ni perezoso cayó exhausto.

Yo estaba inquieta el militar me había dejado prendida y pretendía hacer el amor con mi esposo, a la falta de esto me levanté y me metí al baño. Como venía haciéndolo las últimas semanas, casi todos los días, empecé a masturbarme pensando en A, sobre todo en la ocasión en que sentada en aquel sillón él me decía escuetamente que hacer mientras sólo miraba. Sentada en el WC y con las piernas abiertas me metía uno, dos dedos y conforme empezaba a escurrir terminé metiéndome la totalidad, imaginando que como aquel día él me miraba inmutable mientras yo escurría. Me tuve que tapar la boca para reprimir un grito, que hubiera despertado a mi esposo, cuando me empecé a venir. Me quedé bastante rato aún sentada en el baño disfrutando la sensación del postorgasmo con las piernas apretadas y A en mi cabeza.

Cuando me metí a la cama mi marido dormía profundamente, yo olía a sexo y vinieron a mi mente un par de estrofas de aquella canción que me había descubierto A de Jaime López.

Tus labios tibios quemaban mi cerebro
tu piel de seda cedía sin vestido
y de repente fui a dar al cementerio
la maldición es que sigo estando vivo.

En el hondo pozo de los sueños
suelo yo lidiar con mis demonios
pero al borde a veces solamente
reto al cielo raso en el insomnio.

 

martes, 4 de julio de 2023

Divagación Infinitesimal (Capítulo VIII)

 

Donde moran los infinitos

Mi esposo no había llegado aún, aproveché para cambiarme de ropa y preparar algo para la cena. En el baño me percaté que tenía los dedos del tipo marcados en ambas nalgas, sus manazas habían dejado las huellas tanto de la palma como de los dedos, seguramente no tardarían en amoratarse, me dio un vuelvo el corazón, donde mi esposo lo viera menudo zafarrancho se me iba a armar, tenía que pensar en algo eficaz. Después de cenar, pretendió hacer el amor, me disculpé aduciendo un cansancio acumulado por las jornadas de trabajo en la oficina, no hizo más intentos ni presionó al respecto, me abrazó y después de un rato para mi beneplácito dormía como un lirón. Pensaba en el hielo, en el árnica y hasta la vitamina K para evitar o por lo menos disminuir las marcas, ahora si que eso me pasó por andar de puta, reí para mis adentros.

El jueves no asistí al bar, además de que mi esposo llegaría temprano a casa un cierto tipo de vergüenza fluía en mí. Cuando hablé con A por la mañana sentía las mejillas encendidas de la pena, la razón escapaba a mis sentidos y me llevaba a pensamientos por demás ilógicos, partiendo de la premisa de que pudiera verme con los vestigios de lo sucedido hacía un par de días, sin embargo, su manera de ser y estar para mí, solventaron mi tranquilidad. Los moretones habían disminuido, pero no desaparecido, a mi esposo le inventé el cuento que mi periodo se había adelantado unos días, no supe como más eludir la situación.

El jueves por la noche recibí una llamada, era Bela.

— Hola, buenas noches, ¿no te interrumpo?

— No adelante Bela, dime

— ¿Tienes tiempo de comer mañana conmigo?, quiero platicar contigo un par de cosas.

— ¿Te parece bien 4:30 pm?, sólo dime donde nos vemos

— Te mando la ubicación de un sitio que conozco y donde se come muy bien

— De acuerdo, nos vemos mañana, un beso.

— ¡Hasta mañana!

Me dejó intrigada ¿de qué querría hablar?, supongo claro está que, sobre A, me puse nerviosa con anticipación, pero sin motivo aparente, por la noche volví a pensar en lo mismo y hacerme la misma pregunta.

Se veía perfecta en su blusa azul aguamarina, sonrío al verme y mis nervios se relajaron, me ofreció el menú y me hizo recomendaciones al respecto. La comida transcurrió entre conversaciones sobre el fin de semana en su casa, las películas que vimos, me platico sobre K, como era que ella le hacía la lista de despensa a su papá etc. Al final con aire circunspecto me dijo:

— Quiero comentarte algo sobre mi papá y tú, entiendo que es su relación, que son adultos y pueden hacer y deshacer como mejor les acomodé, pero al fin de cuentas es mi papá y lo mismo que voy a decirte a ti ya se lo dije a él. Tú eres casada, te comento que él me lo dijo porque yo le pregunté sobre ti, mi padre no tiene compromisos de ningún tipo, entonces lo que yo cuestiono es la lealtad tuya hacia tu esposo si es que lo quieres o amas, no lo sé;  tampoco me voy a meter en lo que no me importa, pero si quiero dejar claro que no quiero que mi padre se vea envuelto en situaciones que le den problemas, que lo desestabilicen, que por no pensar las cosas caigan en un juego de donde les cueste mucho trabajo salir, a ambos. Tú eres muy joven, mi padre ya tiene sus años, pero la verdad es que les gusta a las mujeres, es su naturaleza y es coqueto, se da sin cortapisas, pero es un ser raro a veces difícil de comprender. Le pasó con mi madre, llegó un momento en que ella se abrumó, pues le gustaban las cosas simples. En su momento le dije a papá que tenía que divorciarse, que mi madre ya no lo quería, aunque él la amara, yo era aún una niña, pero no me gustaba el trato que ella le daba. Sacó fuerza de flaqueza y le pidió el divorcio, mi hermana se fue a vivir con ella y yo quise quedarme con él. De verdad A no quiero meterme más allá, me gusta que tenga alguien que lo quiera, me caes muy bien, pero arregla tu desmadre de la mejor manera, yo no sé cuál sea.

— Si se cual es mi desmadre como bien dices, pero me muevo en un estado de negación por comodidad e incertidumbre, ahora mismo no sé qué tenga que hacer, pero en verdad créeme que lo que menos pretendo es darle un dolor de cabeza a A, y no echaré en plato roto lo que hoy aquí platicamos.

Me dejó repasando infinidad de cosas que de pronto sentí que habitaban en el infinito, desde como de ser una mujer con una vida monótona pero tranquila y feliz estaba ahora envuelta en esta marejada de cosas, ¿cuánto amo a mi esposo y que siento realmente por A? ¿por qué me gusta acostarme con desconocidos, por el dinero o porque tengo una mentalidad morbosa y alucinante desde siempre?, aunque sé donde estoy parada no le encuentro la cuadratura al círculo, pensé mientras daba un sorbo a mi café y miraba a mi esposo ver la televisión, ¿tendría que dejar de ver a A?, el sólo pensarlo me causaba escalofríos.

— De este sábado en ocho días es su cumpleaños y le estamos preparando K y yo una reunión en casa, si tus tiempos te lo permiten me gustaría puedas asistir, será muy agradable para él si estás —me dijo mirándome muy al estilo de su papá, no puedo negar que después de la plática de hacía apenas unos instantes su invitación me desconcertó.

— Gracias Bela intentaré estar, aunque sea un rato.

Pude ver a A hasta el siguiente lunes, los vestigios del episodio con el militar habían desaparecido, no encerramos toda la tarde y me di cuenta de que el sexo con él implicaba muchas más cosas que sólo lo físico, la ternura daba el toque que traspasaba lo frívolo o bien lo envolvía y transformaba.

Había estado pensado en la conversación con Bela y había tomado una determinación, aunque sabía que era una decisión frágil que quizá se desmoronaría al tenerlo frente a mí, lo miraba dormitar a mi lado y mi voluntad no existía.

El día de la celebración llegó en un abrir y cerrar de ojos, salí de casa a medio día, la cita era a las dos, quería llegar temprano para estar el mayor tiempo posible. Me recibió Bela, no dejaba de admirarla por su belleza que matizada con la mirada igual a la de su padre la hacía lucir esplendorosa, no había tenido oportunidad de verla con vestido y exhibía un cuerpo lindo y sensual. Había alrededor de 20 personas entre hombres y mujeres, enseguida se acercaron MA y R saludándome efusivamente y me invitaron a sentarme con ellos, en la mesa había tres personas más a las cuales me presentaron, no pude disimular mi sorpresa cuando R con tono travieso dijo:

— A, te presento a MI —abrí los ojos desmesuradamente a la vez que extendía la mano para saludarla y ella se acerco par darme un beso en la mejilla.

— ¿Eres la novia de A? —me dijo cuando se acercó para saludarme con el beso; era alta, espigada, extremadamente blanca y su cabello oscuro marcado por mechones de canas en las sienes, atractiva a las miradas masculinas y de envidia a las femeninas, pensé.

— Si lo soy, mucho gusto A me ha hablado muy bien de ti.

— Y a mi de ti, bienvenida.

No pudimos proseguir la punzante conversación porque en ese momento A venía acompañado de Bela y de K, en el trayecto hacia nosotros recibía felicitaciones y abrazos, se veía sorprendido.

— ¡Amor! —alcanzo a decir y me prodigo un muy apretado abrazo que me dejó sin aliento, saludo a MI, a R, MA y las otras dos personas que estaban en la mesa.

— Gracias, realmente esto es inesperado —agradeció a su hija y a K con sonoros besos a ambas — no esperaba esta recepción mucho menos verte a ti —me dio un beso que hizo que me sonrojara y nos sentamos.

Unos minutos después llegó una chica acompañada de un joven apuesto.

— Llegó T papá, viene con su novio.

— Que bien que se dio el tiempo para venir —llegó hasta nosotros, saludó a Bela y abrazó a A.

— Felicidades Pa´, mira traje el vino que te gusta para tomarnos la botella tú y yo, pero a condición me cantes mi canción.

Bela me susurro casi al oído.

— Ella es mi hermana, se ve media mamona, pero es buena onda, se parece mucho a mi madre y dicen que yo a mi padre, yo creo por eso nos dividimos.

Los minutos volaron y se convirtieron en horas, las canciones tocadas y entonadas por los amigos de A y por el mismo no podían faltar, algunas totalmente desconocidas para mi otras las escuchaba y cantaba en la cantina en nuestras citas semanales.

MI estaba sentada exactamente frente a mi en la mesa, la miraba de soslayo intentando adivinar si A le gustaba, si le coqueteaba o cualquier gesto que me diera pretexto para dejar volar mi imaginación. A le había cantado a su hija T una canción que ella le pidió, no sé quién era el autor.

Soy una extravagancia sin manual y sin leyenda,
un documento del alma sin membretes y sin fecha,
un viandante con guitarra prisionero en tu alacena,
un beso sin corbatas que no cabe en tu cartera.
Soy lo que tú quieras,
tu arlequín del alba,
aunque a fuerzas no quepa en ese archivo
de los que te aman,
sólo soy el tonto que te escribe un poema.

Cuando me di cuenta Bela y K ya se notaban achispadas, y bromeaban conmigo.

 — ¿Ya oíste lo que dice K?, que si no fuera lesbiana bien pudo haber sido mi madrastra, dile algo A, que no mame —las tres soltamos la carcajada.

A se paró y pidió a sus amigos le acompañaran una canción.

— Esta canción es para A, la mujer que impregna mis días de alegría.

 

Si la vida no fuera morirme y despertar,

si de pronto la muerte, se volviera un consuelo,

si la vida no fuera tenerte y gritar,

y hasta veces perderte, por la gente y los celos,

sí cuando me levanto no encontrara paredes,

si no sintiera a veces que me vuelvo común

sino me diera cuenta de que la vida es un juego,

y si no fuera el hombre con el que duermes tu.

 

Qué sería de mi sino cayera siempre,

sino me equivocara ni volviera empezar.

Qué sería de mi sino pudiera verte,

sino fuera tu sombra, ni te hiciera llorar

Qué sería de mi si creyera en el cielo,

si no diera una mano por hacerte feliz,

sí me tragara el cuento de que existe otra vida

que sería de mi si no fuera por ti.

 

Si pudiera callarme cuando todo me duele

si no fueras mi calma y mi rabia también,

si de pronto no sientes ese miedo a perderme

si no diera los huesos, por quedarme en tu piel

sí creyera que todo ya lo tengo ganado.

Si cambiaras de pronto, si perdieras la fe,

sino probara a veces el sabor de tu sangre

sino fueras mi fuerza y mi espada a la vez,

si no fuera por ti.

 

Si no me equivocara, si no cayera siempre,

si no fueras mi rabia y mi fuerza a la vez.

Si de pronto no sientes ese miedo a perderme

sino diera los huesos, por quedarme en tu piel,

que sería de mi si creyera en el cielo

si no diera una mano por hacerte feliz,

sí me tragara el cuento de que existe otra vida,

que sería de mi si no fuera por ti.  

 

Después supe que era de un grupo llamado Moneda Dura, y la escucharía todos los días. Había tomado una decisión mientras escuchaba la canción, la más fuerte de mi vida hasta entonces mientras la escuchaba. Yo no pertenecía al mundo de A por más que quisiera estar en él, Bela tenía razón, algo tenía que hacer y lo había decidido.

El lunes después de la reunión me arme de valor y le marque, quedamos de vernos el miércoles para comer, aunque mi corazón contradecía la razón había tomado la determinación.

Llegué al lugar a la hora indicada y a los cinco minutos llegó él, lo miré y tuve que hacer de tripas corazón ya que éste se me hizo trizas. Nos sentamos y le pedí que me pidiera antes que todo un tequila, el también pidió un trago.

— Te quise ver hoy porque tengo algo que decirte, pero no sé por dónde empezar, lo he pensado bastante, creo que es lo mejor. —me miro y esbozo una ligera sonrisa.

— Te voy a ayudar y facilitar las cosas bonita, quieres terminar ¿no?, dilo como lo sientas y pienses. —sin poder evitarlo mis ojos se inundaron de lágrimas.

— Créeme que no es lo que quiero, pero es lo mejor, mi situación es muy complicada, tú lo sabes, cada día me enamoro más de ti, pero mi margen de movimiento es muy corto, a veces me siento desesperada, estresada y no sé por dónde caminar.

— Primero, si es lo que quieres quizás no lo que deseas, pero si lo que quieres; en segundo lugar, la solución está en ti, en nadie más, olvídate por un momento de mi en este galimatías, soy prescindible, entonces ¿que más te estorba?, ya sabes qué, entonces arregla y eso y tendrás resuelto el fárrago que ahora tienes ante ti. Yo te quiero muchísimo y al final de todo, el amor es la única compañía, no el que tú me das sino el que hay dentro de cada uno y se puede derrochar, tú ahora te vas, pero tampoco te lo creas a pies juntillas, porque te quedas en mí —hizo un ademán indicando el lugar del corazón, para ese momento un raudal de lágrimas rodaban por mis mejillas —No llores hermosa, arregla todo en tu vida recuerda que estamos en esta vida para ser felices, y si alguna vez se te antoja conversar y cantar ya sabes en donde encontrarme. Cenamos y al final hicimos el último brindis.

— Me acordé de una canción —me dijo con su característica sonrisa cuando salimos del restaurante y me acompaño a mi auto.

Vamos a darnos la mano,
somos dos viejos amigos,
que estando vencidos
creemos en Dios.

Historia 4 "E"...(Séptima parte [1])

  L a sala de llegadas internacionales estaba con bastante tránsito, la gente iba y venía con equipaje o sin él. Las salas de los aeropuer...