viernes, 26 de mayo de 2023

Divagación Infinitesimal (Capítulo VII)

Gúgol

    Atendí la llamada mientras me desayunaba en la cocina de la casa, mi esposo ya había partido al trabajo, la voz era recia, me preguntó qué cuanto cobraba, sin chistar me dijo que me necesitaba para el siguiente día, era martes, le dije el lugar que por seguridad procuro que no cambie, pero él puso la hora, pensé en decirle que no podía sino más tarde, pero no lo hice.

 — ¿Y cómo te enteraste de mis servicios?

— Por tu página en las redes sociales.

Quedamos de acuerdo y cuando colgamos, reflexioné en que tenía que pedir permiso en el trabajo para salir temprano.

Salí de la oficina a medio día, afortunadamente mis colaboradores eran muy eficientes y no había mayor problema. Llegué a casa a cambiarme, me puse un pantalón entallado de tacto piel, una blusa blanca de tejido muy fino, y unos zapatos de tacón grueso y alto con pequeña plataforma. Me miré al espejo y me gusté, el pantalón resaltaba mis nalgas y los zapatos me hacían lucir sensual, pensé en vestirme así un día para A y llegar con él al bar, sonreí para mis adentros.

Llegué al hotel y el chico de la recepción que ya me conocía, y al cual le daba de vez en vez su propina, me dijo que ya me esperaban.

— Es la habitación 10 ¿cierto?

— Si así es, cualquier cosa aquí estoy A

Abrió la puerta y era un sujeto alto, fornido, con corte de casquete militar y facciones duras, nos presentamos y me invitó a pasar a la habitación. Apenas entré y me tomó por la cintura besándome en la boca con cierta desesperación, empezó a acariciar mis nalgas por encima del pantalón con ambas manos, después de unos instantes y sin interrumpir el beso las metió entre el pantalón y lo bajo a la mitad de ellas, las estrujaba con vehemencia mientras mordía mis labios, bajó mi pantalón hasta las rodillas y me pidió me sentará en la orilla del sillón potro. Se quitó el pantalón, no traía ropa interior y tenía rasurado el vello púbico, me acerco la verga a la boca y me exigió que me la tragara hasta el fondo; lo intenté pero las contracciones de mi garganta me impedían hacerlo con la prontitud que él esperaba, me prendió por el cabello y empujó mi cabeza hasta que su miembro quedó alojado completamente entre mi boca y garganta; lo sacaba y volvía a repetir a operación, la baba escurría por mis labios y cada vez que lo sustraía  sendos espasmos me hacían jalar aire y expulsar la saliva acumulada, a él no le importaba continuó así por varios minutos.

Arrimó el sillón hacía la cama y me dijo que me subiera en ellos, previendo cualquier situación le pedí que se colocara el preservativo, lo hizo.  

— Pon un pie en cada orilla —subí en ellos y quedé abierta, mi vagina expuesta a la altura de sus testículos, se acerco y me abrazó por la cintura, me abracé a su cuello y nuevamente empezaron los besos mojados. Sentí de repente la irrupción de su verga, me penetró de un solo intento, entro como cuchillo en mantequilla, abierta como me puso era fácil la penetración, me agarró de las nalgas con ambas manos y me cargo con su pene imbuido, puse mis piernas alrededor de su cintura y él dirigía las embestidas manipulando mis nalgas, era fuerte sin duda. Cuando se cansaba me colocaba sobre la cama y el sillón nuevamente; no sé cuento tiempo pasamos así, pero el ya sudaba y a mi se me estaban acalambrado las piernas cuando entre gritos me vine, arañando su espalda. Salió de mi y se acostó en el sillón, era poco expresivo contrario a la sensualidad y actitud que mostraba.

— Móntate y cómetela completa —así lo hice, una vez montada y penetrada me jaló hacia él para chupar mis tetas, sus manos pasaron a mis nalgas nuevamente para dirigir mis movimientos pélvicos, era extraordinaria la manera en que me cogía en esa posición mamando de manera alternada mis senos, yo gritaba desaforadamente y él sólo pujaba y gruñía. Mis contracciones vaginales se hicieron continuadas y progresivas dando paso a un orgasmo que mis gritos remataban. Me incorporé un poco y me quedé respirando pausado para bajar los latidos de mi corazón.

— ¿Estás bien?

— Si, estoy bien sólo recuperando el aliento

— Ok, ahora súbete a la cama y ponte en cuatro

Trepe a la cama y me acomodé en dicha posición, el detrás de mi hincado no me penetró, acariciaba mi vagina, que estaba súper mojada, con sus dedos. Se puso de pie y me tomó de las piernas jalándome hacia él; cuando me tuvo cerca agarrándome por la cadera me levantó en vilo, me sujetó fuertemente por a cintura, mi boca quedó en su verga, mi vagina y culo en la suya. De cabeza me sentí mareada y me tomé como pude a sus piernas.

— Separa las piernas y mámala —obedecí y enseguida sentí su lengua lamiéndome el culo y por intervalos también me mamaba la vagina metiendo su lengua hasta el fondo.  La posición era incómoda, pero demasiado placentera ya que su verga nuevamente se introducía hasta mi garganta. Cuando se cansó suavemente me bajó y me colocó nuevamente en cuatro, se hincó detrás de mí.

— Ponte otro condón —le dije sabiendo que la penetración vendría enseguida, apenas terminé de decirle cuando ya su miembro me abría el ano y sus manazas me golpeaban las nalgas —¡no tan fuerte! —pero hizo caso omiso y siguió golpeando, mientras su pito ya estaba hasta el fondo de mi culo,  los movimientos eran inmisericordes a la par de mis alaridos, -Este cabrón me está haciendo venir de nuevo- pensé mientras sentí mis mulos temblar, mi culo distendido sin control de las retracciones y mi vagina goteando, él pegado a mi dándome con fuerza.

— No pares, hermoso, sigue…sigue -me vine, pero él no, el sólo bufaba, y no profería palabra alguna.

La sacó, se cambió el condón y sin dejar que me moviera me penetró por la vagina, nuevamente las nalgadas, pensé en que si me quedaban moradas estaría en problemas por partida doble, con mi esposo y con A, lo peor de todo es que me estaba gustando la rudeza del tipo. Después de muchísimo tiempo, que se me hizo eterno, se salió de mi; me puso de pie; me volteó contra la pared sobre la cabecera de la cama; separó mis pies con uno de los suyo y sin esperar más me volvió a meter la verga, su abdomen musculoso rebotaba en mis nalgas, nuevamente sus movimientos eran vigorosos y ahora sus bramidos escandalosos…se salió me giró e hinco, se quitó el condón y un manantial de semen cayo en mi cara, resbalando por mis ojos, labios, mejillas cuello, yo me metía los dedos y mientras su esperma me escurría, jadeando me vine de nuevo, de manera extraordinaria, mi mano estaba batida.

Apenas acabamos se vistió yo me quedé desnuda tirada en la cama.

— Déjame la tarjeta yo la entregó

— Muy buena la tarde ha sido esta —musitó apenas, me dejó otra cantidad igual a la que le había cobrado sobre el buró y salió —te volveré a llamar.

 Había llegado a las 2:00 pm y el reloj ya marcaba las 7:50 pm. casi 6 horas me estuvo cogiendo Ufff, ni cuenta me había dado, pensaba no bañarme para salir rápido, pero olía a sudor, semen, secreciones…me bañé y salí.

— Ahora si estuvo bueno no A —me dijo el chico de la recepción, le di unos billetes y sonrío

— Pues te diré, pero creo que si.

Oscurecía…irremediablemente pensé en A.

 

Durmiendo sola...y lejos

Roberto Juarroz

(Poesía vertical, 1958-1975)

 

44

Porque esta noche duermes lejos
y en una cama con demasiado sueño,
yo estoy aquí despierto,
con una mano mía y otra tuya.

Tú seguirás allí
desnuda como tú
y yo seguiré aquí
desnudo como yo.

Mi boca es ya muy larga y piensa mucho
y tu cabello es corto y tiene sueño.

Ya no hay tiempo para estar
desnudos como uno
los dos.

 

51

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía,
y no se detendrá ni cuando mueras.

 

 

Historia 4 "E"...(Séptima parte [1])

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