miércoles, 14 de junio de 2023

Jale la palanca

  

Un cuento de Alethia. 
Compañera de amores compartidos

Sentía la vibración en sus caderas, el subir y bajar, la presión en su pene erecto, el placer desde la cabeza del mismo bajando hasta el vientre. Sus breves gemidos fueron los que lo despertaron, si eran sus propios gemidos. Era un sueño, Anna no estaba encima de él, aún así si se sentía tan real, todavía podía sentir la palpitación en su verga, su olor; sólo pudo acurrucarse en el mismo, hacia dentro, hacia las entrañas, como si así pudiera regresar a su sueño, regresar a ella.
 
Estuvo un rato así, pero ya no pudo conciliar el sueño. A su lado estaba su mujer, en posición fetal tapada hasta el cuello. Observó las formas que dibujan las cobijas, no eran pronunciadas y deseables como las de Anna, no tenían forma de hecho. Extrañó el culo de Anna, lo pronunciado de sus nalgas y cómo cuando la tocaba aún se estiraba más como gata, gata caliente, buscando el calor de su amo, recargándole el culo en su miembro hasta que lograba pararlo por completo aún dormidos, aún él sin consciencia de su miembro, éste tenía vida propia en las manos y en el cuerpo de Anna. Extrañó lo dispuesta que estaba al sexo y a sus caricias, donde fuera, aún dormida, dormida es como mejor le gustaba que la penetraran decía citando a Henry Miller en Sexus refiriéndose al personaje de Maude; si era por atrás era aún mejor.
 
Anna, la Anna del beso fugaz por las noches, Anna con la mano al despertar ya voraz en su verga, aprovechando cada minuto, como si ella de alguna manera supiera de antemano lo poco que iba a durar, y quisiera follar hasta morir, como si de eso le valiera la vida, - "Hoy te cogeré toda la noche"- solía decirle ya ebria. Vaya que cogiamos. Hoteles, ciudades, posiciones, lugares, por muchos años la folló sin parar, y aún quería más.
 

Extrañó esas ganas de sexo, esa pasión por coger tan efímera y eterna al mismo tiempo. Así era Anna efímera y eterna, por eso nunca era suficiente. Todos estos recuerdos ya lo estaban poniendo muy caliente, tenía la verga al mil, húmeda y caliente, con los ojos cerrados pensaba. Anna en el sillón, Anna en el suelo, Anna arriba de él, Anna pidiendo que la abofeteara, Anna con sus nalgas paradas en mis piernas rogando la azotara con la mano cual niña regañada. 

- Anda dime que soy tu putita -como le gustaba escuchar vulgaridades de mi boca, sólo me reía y hacía lo que me pedía,  Anna, Anna, Anna comiendo y succionando su leche mientras repetía su nombre en su mente y apunto de soltar un chorro de semén, sintió que su mujer se despertó, escuchó sus gemidos inconscientes de seguro y esto la puso cachonda, ya estaba mojada cuando sintió como se subió en él e hizo a un lado su bata de dormir, de un jalón se abrió los labios vaginales y se comió su verga, subió y bajo a su antojo hasta que se vino, al oído sólo le decía. - ¿Porqué estás caliente?, ¿Porqué no me despertaste? - !Así!, !Así ya mero me vengo!, ¡muéveme!, !!fuerte, así. ¡Ahhhh!. Se vino, bajó de su verga y le dio un beso en la mejilla. - No te desveles mucho que mañana tienes que llevar a la niña a la escuela. Se dio la vuelta y siguió durmiendo, hasta roncó según escuchó.
 
Aún no lograba venirse, ni aún con esas caderas encima de él, no era el culo apretado de Anna, otra vez en su mente ya estaba jalándosela de nuevo, mientras pensaba - ¿Ya tendría así de abierta la vagina?, ¿Ya tendrá hijos?, ¿Se haría lesbiana como siempre dijo sería?, ¿Cogerá mucho?, ¿Y si le llamo y la veo en algún lugar?. Tuvo que ir al baño a terminar por su cuenta, no quería tener más interrupciones.

jueves, 1 de junio de 2023

Historia 5 "AS"...(Primera Parte)

Se llamaba D eso lo supe después:

 

    En aquellos tiempos vivía en Tlatelolco; 2007 para ser exactos. Un día en mi trayectoria a la UNAM, Ciudad Universitaria, recibí un mensaje de texto. Remitente desconocido.

- Te observo todos los días desde que sales de tu edificio hasta qué caminas a tu departamento. Me gusta como muerdes tu labio y frunces el entrecejo con ese libro, cuya página ya has releído 3 veces.

Debes saber que prefiero cuando te sientas en el pasillo porque puedo replegar mi miembro en tu hombro.

Hoy traes el mismo libro inconcluso de la semana pasada...

 Estaba en el mismo vagón que yo...

 Por su último texto deduje tenía un par de semanas vigilante. Nunca me dijo cómo consiguió mi número ni lo quise saber...Mi corazón se aceleró, pero no de miedo. Me volví esclava de sus deseos por dos meses. Es un simple relato de los caprichos a los que se cedí...

Era evidente que, en ese punto de la historia, D, ya sabía dónde estudiaba, trabajaba y vivía. Más allá de sentirme acorralada me reto. No sabía con quién estaba midiendo fuerzas... ¿O sí?

Ignore sólo un día sus mensajes. Me dio mi espacio. De alguna manera al observarme supo tanto de mí. Sin palabras, supo lo torcido de mi pasión, ¡lo hedónico de mi búsqueda! ¡Lo amé y odié por eso!

Acepté su juego... Y entonces debía hacer todo lo que me pidiera...

Por el sólo hecho de sentirme a mí, de acelerar mi pulso. Jamás hablamos de nada. Sólo daba las instrucciones. Al yo ejecutarlas no me agradecía ni preguntaba que pensaba, que sentía. No lo necesitaba. Aprendió a leer mis expresiones, y eso le excitaba, supongo. Jamás dijo nada, y no importaba, la protagonista era yo.

Los mandatos comenzaron muy simples. Con la condición de que si no obedecía él terminaría todo. Me dejaría sin Amo.

Comenzó con ropa...

Salía de mi departamento con esas prendas que pedía esperando su aprobación. Salía temprano esperando ya sus ojos desnudándome. Sin saber dónde cuándo me vería o dónde...

Podría ser cualquier lugar...

Un día que me pidió llevara falda me dijo en qué parte del metro debía estar. Exactamente a que distancia...Y no sabría en qué estación él llegaría y metería su mano por detrás. Tenía que ser hora pico, solo dijo el vagón no la hora ni la estación. Yo debía estar leyendo y quedarme quieta no moverme ni un ápice.

 A 15 minutos de mi estación en una vertiginosa estación llamada Centro Médico sucedió. Por como paso estoy convencida que me siguió desde mi casa. No pudo ser de otra manera.

Se posicionó...

Y se dio el lujo de oler mi ansiedad. Lo odiaba y lo deseaba; siempre tuvo el control.

Y no sabía quién era ni que era él. Era yo. El deseo que me desencadenó fue hacia mí. Siempre fui yo.

 

No sentí cuando fue que levanto la falda porque traía mi mochila, solo sentí dos dedos en mis bragas y los sentí entrarme junto con la tela porque ya estaban inundadas. Él sabía lo fácil que sería entrar. Cerré los ojos e inmóvil me entregué a esos breves 10 segundos...increíble que un orgasmo sean 10 segundos de placer y una se tarde un tercio de vida en conseguir alguien que lo provoque.

  

Mi rostro enrojecido y jadeante en la siguiente estación tuvo que salir corriendo, en la estación Eugenia en la Colonia del Valle bajé del andén corriendo sin mirar atrás. Subí las escaleras para salir y me senté afuera de un Sanborns para revivir, para entender lo que había pasado...

 

No me siguió, estoy segura.

Lo segundo que me pidió ese día fue que después de ese acto me quitara las bragas y las enterrara en un gran macetón afuera de mi trabajo en la Colonia Condesa. Intuí entonces que él trabajaba o vivía cerca o frente a mi edificio laboral. Después comprobé que si, así era. Al final me confesó como había obtenido mi nombre y mi número...

 

Historia 4 "E"...(Séptima parte [1])

  L a sala de llegadas internacionales estaba con bastante tránsito, la gente iba y venía con equipaje o sin él. Las salas de los aeropuer...