jueves, 1 de junio de 2023

Historia 5 "AS"...(Primera Parte)

Se llamaba D eso lo supe después:

 

    En aquellos tiempos vivía en Tlatelolco; 2007 para ser exactos. Un día en mi trayectoria a la UNAM, Ciudad Universitaria, recibí un mensaje de texto. Remitente desconocido.

- Te observo todos los días desde que sales de tu edificio hasta qué caminas a tu departamento. Me gusta como muerdes tu labio y frunces el entrecejo con ese libro, cuya página ya has releído 3 veces.

Debes saber que prefiero cuando te sientas en el pasillo porque puedo replegar mi miembro en tu hombro.

Hoy traes el mismo libro inconcluso de la semana pasada...

 Estaba en el mismo vagón que yo...

 Por su último texto deduje tenía un par de semanas vigilante. Nunca me dijo cómo consiguió mi número ni lo quise saber...Mi corazón se aceleró, pero no de miedo. Me volví esclava de sus deseos por dos meses. Es un simple relato de los caprichos a los que se cedí...

Era evidente que, en ese punto de la historia, D, ya sabía dónde estudiaba, trabajaba y vivía. Más allá de sentirme acorralada me reto. No sabía con quién estaba midiendo fuerzas... ¿O sí?

Ignore sólo un día sus mensajes. Me dio mi espacio. De alguna manera al observarme supo tanto de mí. Sin palabras, supo lo torcido de mi pasión, ¡lo hedónico de mi búsqueda! ¡Lo amé y odié por eso!

Acepté su juego... Y entonces debía hacer todo lo que me pidiera...

Por el sólo hecho de sentirme a mí, de acelerar mi pulso. Jamás hablamos de nada. Sólo daba las instrucciones. Al yo ejecutarlas no me agradecía ni preguntaba que pensaba, que sentía. No lo necesitaba. Aprendió a leer mis expresiones, y eso le excitaba, supongo. Jamás dijo nada, y no importaba, la protagonista era yo.

Los mandatos comenzaron muy simples. Con la condición de que si no obedecía él terminaría todo. Me dejaría sin Amo.

Comenzó con ropa...

Salía de mi departamento con esas prendas que pedía esperando su aprobación. Salía temprano esperando ya sus ojos desnudándome. Sin saber dónde cuándo me vería o dónde...

Podría ser cualquier lugar...

Un día que me pidió llevara falda me dijo en qué parte del metro debía estar. Exactamente a que distancia...Y no sabría en qué estación él llegaría y metería su mano por detrás. Tenía que ser hora pico, solo dijo el vagón no la hora ni la estación. Yo debía estar leyendo y quedarme quieta no moverme ni un ápice.

 A 15 minutos de mi estación en una vertiginosa estación llamada Centro Médico sucedió. Por como paso estoy convencida que me siguió desde mi casa. No pudo ser de otra manera.

Se posicionó...

Y se dio el lujo de oler mi ansiedad. Lo odiaba y lo deseaba; siempre tuvo el control.

Y no sabía quién era ni que era él. Era yo. El deseo que me desencadenó fue hacia mí. Siempre fui yo.

 

No sentí cuando fue que levanto la falda porque traía mi mochila, solo sentí dos dedos en mis bragas y los sentí entrarme junto con la tela porque ya estaban inundadas. Él sabía lo fácil que sería entrar. Cerré los ojos e inmóvil me entregué a esos breves 10 segundos...increíble que un orgasmo sean 10 segundos de placer y una se tarde un tercio de vida en conseguir alguien que lo provoque.

  

Mi rostro enrojecido y jadeante en la siguiente estación tuvo que salir corriendo, en la estación Eugenia en la Colonia del Valle bajé del andén corriendo sin mirar atrás. Subí las escaleras para salir y me senté afuera de un Sanborns para revivir, para entender lo que había pasado...

 

No me siguió, estoy segura.

Lo segundo que me pidió ese día fue que después de ese acto me quitara las bragas y las enterrara en un gran macetón afuera de mi trabajo en la Colonia Condesa. Intuí entonces que él trabajaba o vivía cerca o frente a mi edificio laboral. Después comprobé que si, así era. Al final me confesó como había obtenido mi nombre y mi número...

 

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