martes, 4 de julio de 2023

Divagación Infinitesimal (Capítulo VIII)

 

Donde moran los infinitos

Mi esposo no había llegado aún, aproveché para cambiarme de ropa y preparar algo para la cena. En el baño me percaté que tenía los dedos del tipo marcados en ambas nalgas, sus manazas habían dejado las huellas tanto de la palma como de los dedos, seguramente no tardarían en amoratarse, me dio un vuelvo el corazón, donde mi esposo lo viera menudo zafarrancho se me iba a armar, tenía que pensar en algo eficaz. Después de cenar, pretendió hacer el amor, me disculpé aduciendo un cansancio acumulado por las jornadas de trabajo en la oficina, no hizo más intentos ni presionó al respecto, me abrazó y después de un rato para mi beneplácito dormía como un lirón. Pensaba en el hielo, en el árnica y hasta la vitamina K para evitar o por lo menos disminuir las marcas, ahora si que eso me pasó por andar de puta, reí para mis adentros.

El jueves no asistí al bar, además de que mi esposo llegaría temprano a casa un cierto tipo de vergüenza fluía en mí. Cuando hablé con A por la mañana sentía las mejillas encendidas de la pena, la razón escapaba a mis sentidos y me llevaba a pensamientos por demás ilógicos, partiendo de la premisa de que pudiera verme con los vestigios de lo sucedido hacía un par de días, sin embargo, su manera de ser y estar para mí, solventaron mi tranquilidad. Los moretones habían disminuido, pero no desaparecido, a mi esposo le inventé el cuento que mi periodo se había adelantado unos días, no supe como más eludir la situación.

El jueves por la noche recibí una llamada, era Bela.

— Hola, buenas noches, ¿no te interrumpo?

— No adelante Bela, dime

— ¿Tienes tiempo de comer mañana conmigo?, quiero platicar contigo un par de cosas.

— ¿Te parece bien 4:30 pm?, sólo dime donde nos vemos

— Te mando la ubicación de un sitio que conozco y donde se come muy bien

— De acuerdo, nos vemos mañana, un beso.

— ¡Hasta mañana!

Me dejó intrigada ¿de qué querría hablar?, supongo claro está que, sobre A, me puse nerviosa con anticipación, pero sin motivo aparente, por la noche volví a pensar en lo mismo y hacerme la misma pregunta.

Se veía perfecta en su blusa azul aguamarina, sonrío al verme y mis nervios se relajaron, me ofreció el menú y me hizo recomendaciones al respecto. La comida transcurrió entre conversaciones sobre el fin de semana en su casa, las películas que vimos, me platico sobre K, como era que ella le hacía la lista de despensa a su papá etc. Al final con aire circunspecto me dijo:

— Quiero comentarte algo sobre mi papá y tú, entiendo que es su relación, que son adultos y pueden hacer y deshacer como mejor les acomodé, pero al fin de cuentas es mi papá y lo mismo que voy a decirte a ti ya se lo dije a él. Tú eres casada, te comento que él me lo dijo porque yo le pregunté sobre ti, mi padre no tiene compromisos de ningún tipo, entonces lo que yo cuestiono es la lealtad tuya hacia tu esposo si es que lo quieres o amas, no lo sé;  tampoco me voy a meter en lo que no me importa, pero si quiero dejar claro que no quiero que mi padre se vea envuelto en situaciones que le den problemas, que lo desestabilicen, que por no pensar las cosas caigan en un juego de donde les cueste mucho trabajo salir, a ambos. Tú eres muy joven, mi padre ya tiene sus años, pero la verdad es que les gusta a las mujeres, es su naturaleza y es coqueto, se da sin cortapisas, pero es un ser raro a veces difícil de comprender. Le pasó con mi madre, llegó un momento en que ella se abrumó, pues le gustaban las cosas simples. En su momento le dije a papá que tenía que divorciarse, que mi madre ya no lo quería, aunque él la amara, yo era aún una niña, pero no me gustaba el trato que ella le daba. Sacó fuerza de flaqueza y le pidió el divorcio, mi hermana se fue a vivir con ella y yo quise quedarme con él. De verdad A no quiero meterme más allá, me gusta que tenga alguien que lo quiera, me caes muy bien, pero arregla tu desmadre de la mejor manera, yo no sé cuál sea.

— Si se cual es mi desmadre como bien dices, pero me muevo en un estado de negación por comodidad e incertidumbre, ahora mismo no sé qué tenga que hacer, pero en verdad créeme que lo que menos pretendo es darle un dolor de cabeza a A, y no echaré en plato roto lo que hoy aquí platicamos.

Me dejó repasando infinidad de cosas que de pronto sentí que habitaban en el infinito, desde como de ser una mujer con una vida monótona pero tranquila y feliz estaba ahora envuelta en esta marejada de cosas, ¿cuánto amo a mi esposo y que siento realmente por A? ¿por qué me gusta acostarme con desconocidos, por el dinero o porque tengo una mentalidad morbosa y alucinante desde siempre?, aunque sé donde estoy parada no le encuentro la cuadratura al círculo, pensé mientras daba un sorbo a mi café y miraba a mi esposo ver la televisión, ¿tendría que dejar de ver a A?, el sólo pensarlo me causaba escalofríos.

— De este sábado en ocho días es su cumpleaños y le estamos preparando K y yo una reunión en casa, si tus tiempos te lo permiten me gustaría puedas asistir, será muy agradable para él si estás —me dijo mirándome muy al estilo de su papá, no puedo negar que después de la plática de hacía apenas unos instantes su invitación me desconcertó.

— Gracias Bela intentaré estar, aunque sea un rato.

Pude ver a A hasta el siguiente lunes, los vestigios del episodio con el militar habían desaparecido, no encerramos toda la tarde y me di cuenta de que el sexo con él implicaba muchas más cosas que sólo lo físico, la ternura daba el toque que traspasaba lo frívolo o bien lo envolvía y transformaba.

Había estado pensado en la conversación con Bela y había tomado una determinación, aunque sabía que era una decisión frágil que quizá se desmoronaría al tenerlo frente a mí, lo miraba dormitar a mi lado y mi voluntad no existía.

El día de la celebración llegó en un abrir y cerrar de ojos, salí de casa a medio día, la cita era a las dos, quería llegar temprano para estar el mayor tiempo posible. Me recibió Bela, no dejaba de admirarla por su belleza que matizada con la mirada igual a la de su padre la hacía lucir esplendorosa, no había tenido oportunidad de verla con vestido y exhibía un cuerpo lindo y sensual. Había alrededor de 20 personas entre hombres y mujeres, enseguida se acercaron MA y R saludándome efusivamente y me invitaron a sentarme con ellos, en la mesa había tres personas más a las cuales me presentaron, no pude disimular mi sorpresa cuando R con tono travieso dijo:

— A, te presento a MI —abrí los ojos desmesuradamente a la vez que extendía la mano para saludarla y ella se acerco par darme un beso en la mejilla.

— ¿Eres la novia de A? —me dijo cuando se acercó para saludarme con el beso; era alta, espigada, extremadamente blanca y su cabello oscuro marcado por mechones de canas en las sienes, atractiva a las miradas masculinas y de envidia a las femeninas, pensé.

— Si lo soy, mucho gusto A me ha hablado muy bien de ti.

— Y a mi de ti, bienvenida.

No pudimos proseguir la punzante conversación porque en ese momento A venía acompañado de Bela y de K, en el trayecto hacia nosotros recibía felicitaciones y abrazos, se veía sorprendido.

— ¡Amor! —alcanzo a decir y me prodigo un muy apretado abrazo que me dejó sin aliento, saludo a MI, a R, MA y las otras dos personas que estaban en la mesa.

— Gracias, realmente esto es inesperado —agradeció a su hija y a K con sonoros besos a ambas — no esperaba esta recepción mucho menos verte a ti —me dio un beso que hizo que me sonrojara y nos sentamos.

Unos minutos después llegó una chica acompañada de un joven apuesto.

— Llegó T papá, viene con su novio.

— Que bien que se dio el tiempo para venir —llegó hasta nosotros, saludó a Bela y abrazó a A.

— Felicidades Pa´, mira traje el vino que te gusta para tomarnos la botella tú y yo, pero a condición me cantes mi canción.

Bela me susurro casi al oído.

— Ella es mi hermana, se ve media mamona, pero es buena onda, se parece mucho a mi madre y dicen que yo a mi padre, yo creo por eso nos dividimos.

Los minutos volaron y se convirtieron en horas, las canciones tocadas y entonadas por los amigos de A y por el mismo no podían faltar, algunas totalmente desconocidas para mi otras las escuchaba y cantaba en la cantina en nuestras citas semanales.

MI estaba sentada exactamente frente a mi en la mesa, la miraba de soslayo intentando adivinar si A le gustaba, si le coqueteaba o cualquier gesto que me diera pretexto para dejar volar mi imaginación. A le había cantado a su hija T una canción que ella le pidió, no sé quién era el autor.

Soy una extravagancia sin manual y sin leyenda,
un documento del alma sin membretes y sin fecha,
un viandante con guitarra prisionero en tu alacena,
un beso sin corbatas que no cabe en tu cartera.
Soy lo que tú quieras,
tu arlequín del alba,
aunque a fuerzas no quepa en ese archivo
de los que te aman,
sólo soy el tonto que te escribe un poema.

Cuando me di cuenta Bela y K ya se notaban achispadas, y bromeaban conmigo.

 — ¿Ya oíste lo que dice K?, que si no fuera lesbiana bien pudo haber sido mi madrastra, dile algo A, que no mame —las tres soltamos la carcajada.

A se paró y pidió a sus amigos le acompañaran una canción.

— Esta canción es para A, la mujer que impregna mis días de alegría.

 

Si la vida no fuera morirme y despertar,

si de pronto la muerte, se volviera un consuelo,

si la vida no fuera tenerte y gritar,

y hasta veces perderte, por la gente y los celos,

sí cuando me levanto no encontrara paredes,

si no sintiera a veces que me vuelvo común

sino me diera cuenta de que la vida es un juego,

y si no fuera el hombre con el que duermes tu.

 

Qué sería de mi sino cayera siempre,

sino me equivocara ni volviera empezar.

Qué sería de mi sino pudiera verte,

sino fuera tu sombra, ni te hiciera llorar

Qué sería de mi si creyera en el cielo,

si no diera una mano por hacerte feliz,

sí me tragara el cuento de que existe otra vida

que sería de mi si no fuera por ti.

 

Si pudiera callarme cuando todo me duele

si no fueras mi calma y mi rabia también,

si de pronto no sientes ese miedo a perderme

si no diera los huesos, por quedarme en tu piel

sí creyera que todo ya lo tengo ganado.

Si cambiaras de pronto, si perdieras la fe,

sino probara a veces el sabor de tu sangre

sino fueras mi fuerza y mi espada a la vez,

si no fuera por ti.

 

Si no me equivocara, si no cayera siempre,

si no fueras mi rabia y mi fuerza a la vez.

Si de pronto no sientes ese miedo a perderme

sino diera los huesos, por quedarme en tu piel,

que sería de mi si creyera en el cielo

si no diera una mano por hacerte feliz,

sí me tragara el cuento de que existe otra vida,

que sería de mi si no fuera por ti.  

 

Después supe que era de un grupo llamado Moneda Dura, y la escucharía todos los días. Había tomado una decisión mientras escuchaba la canción, la más fuerte de mi vida hasta entonces mientras la escuchaba. Yo no pertenecía al mundo de A por más que quisiera estar en él, Bela tenía razón, algo tenía que hacer y lo había decidido.

El lunes después de la reunión me arme de valor y le marque, quedamos de vernos el miércoles para comer, aunque mi corazón contradecía la razón había tomado la determinación.

Llegué al lugar a la hora indicada y a los cinco minutos llegó él, lo miré y tuve que hacer de tripas corazón ya que éste se me hizo trizas. Nos sentamos y le pedí que me pidiera antes que todo un tequila, el también pidió un trago.

— Te quise ver hoy porque tengo algo que decirte, pero no sé por dónde empezar, lo he pensado bastante, creo que es lo mejor. —me miro y esbozo una ligera sonrisa.

— Te voy a ayudar y facilitar las cosas bonita, quieres terminar ¿no?, dilo como lo sientas y pienses. —sin poder evitarlo mis ojos se inundaron de lágrimas.

— Créeme que no es lo que quiero, pero es lo mejor, mi situación es muy complicada, tú lo sabes, cada día me enamoro más de ti, pero mi margen de movimiento es muy corto, a veces me siento desesperada, estresada y no sé por dónde caminar.

— Primero, si es lo que quieres quizás no lo que deseas, pero si lo que quieres; en segundo lugar, la solución está en ti, en nadie más, olvídate por un momento de mi en este galimatías, soy prescindible, entonces ¿que más te estorba?, ya sabes qué, entonces arregla y eso y tendrás resuelto el fárrago que ahora tienes ante ti. Yo te quiero muchísimo y al final de todo, el amor es la única compañía, no el que tú me das sino el que hay dentro de cada uno y se puede derrochar, tú ahora te vas, pero tampoco te lo creas a pies juntillas, porque te quedas en mí —hizo un ademán indicando el lugar del corazón, para ese momento un raudal de lágrimas rodaban por mis mejillas —No llores hermosa, arregla todo en tu vida recuerda que estamos en esta vida para ser felices, y si alguna vez se te antoja conversar y cantar ya sabes en donde encontrarme. Cenamos y al final hicimos el último brindis.

— Me acordé de una canción —me dijo con su característica sonrisa cuando salimos del restaurante y me acompaño a mi auto.

Vamos a darnos la mano,
somos dos viejos amigos,
que estando vencidos
creemos en Dios.

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