miércoles, 14 de diciembre de 2022

Divagación infinitesimal (Capítulo II)

 

Aproximación Infinitesimal

Tres semanas después de la aventura en el parque atendía yo una junta con mis colaboradores en la oficina, el zumbido de mi celular me indicaba que tenía algún mensaje, de momento no le presté atención y continúe con la reunión. Cuando terminé y una vez sola en mi lugar miré el teléfono, era un mensaje de uno de los chicos con los que había estado, no recordaba que me habían pedido el número por si se llegaba a necesitar, dijeron ellos, y yo como autómata se los di.

“¡Hola!.. necesitamos tus servicios,

le vamos a hacer una despedida de soltero

a un colega la próxima semana, viernes,

avísanos si puedes o llámame”

 

La sangre me golpeó la cabeza, había pensado que aquello había terminado y ahora me invadía esa sensación extraña de discontinuidad entre el pavor y la fascinación con el erotismo que excede los límites.

 

No conteste, ya la noche cenando con mi esposo le pregunte:

 

—¿Tú cree que la fascinación por la pasión a partir de la sensualidad puede dar continuidad en la vida?

 

—Yo creo que tiene vertientes muy amplias, la limita el orden establecido por la sociedad, por lo religioso y habría que analizar cómo se vincula cada cual con el otro o con los otros…no lo sé. ¿Pero porque andas hoy tan filosófica?

 

—Estaba leyendo algo que no alcancé a dilucidar, sólo eso

 

Ya en la cama hicimos el amor, y se quedó dormido, yo en cambio seguía dando vueltas a un sinfín de ideas pensando en el erotismo de los cuerpos versus el erotismo de los corazones o ambos creando un conjunto biunívoco. Se me fue la noche cavilando y con cierto frenesí recorriéndome el cuerpo.  

 

Por la mañana busqué un viejo celular que tenía, en el camino compré un chip y se lo puse, previendo no recibir mensajes en el teléfono personal y arriesgarme a que mi esposo los descubriera. A la hora de la comida me armé de valor y le mandé un mensaje:

 

“Hola soy A…

Por favor ya no me escribas al teléfono anterior,

sólo a este. Explícame de que se treta y como estaría

lo del festejo o bien márcame después de las 4 Pm.”

 

Ya no recibí mensaje alguno, me relajé pensando en relación a lo  que se da cuando quieres algo pero a la vez no lo quieres, se podría hablar de una “identidad difusa”. Sin embargo, a las 4:35 p.m. cuando salía de la oficina sonó el celular.

 

—Hola A, soy D ¿Cómo estás?, ¿qué dices de mi propuesta, te animas?

 

—Explícame más por favor

 

—¡Ahh!, pues mira un compa se nos casa y le vamos a hacer su despedida en mi casa, queremos darle un regalo que serías tú jejeje, seriamos entre 10 y 12 personas, pero no te espantes jajajaja, sólo estarías con el festejado y conviviendo con todos, de este viernes al otro, empezamos a las 8 pm. y hasta que le cuerpo aguante, para que si te animas apartes el día. ¿Qué dices bonita?

 

—Muy bien acepto, pero si sólo con el festejado nadie más, ¿de acuerdo?

 

—¡Perfecto!, ahora lo importante dime ¿cuánto? -le dije un monto que a mí me parecía exorbitante pensando con un dejo de reticencia que quizá dijera que no.

 

—Va de acuerdo, así quedamos entonces, te mando la dirección y la clave en un mensaje que te pedirán en la entrada del fraccionamiento, ya sea que llegues en taxi o en tu auto.

 

—Hasta pronto.

 

¡Que pendejadas hago! pensé, ¿ahora como lo resuelvo? ¿cómo salgo de la casa toda una noche?

 

No niego que la situación me llevaba a una excitación con nula mesura y emoción extrema pero obviamente colindaba con lo absurdo. A pesar de todo mi cabeza empezó a buscar de manera independiente de mi razón la forma de hacerlo, a una velocidad vertiginosa trazaba planes, hacia supuestos, los desechaba y de nuevo a empezar. Así se sucedieron los días y mientras tanto tenía con mi esposo sexo casi todos los días para extrañeza y alegría de él.

 

A tres días de llegada la fecha había podido urdir como escabullirme de la casa. G era una amiga de mis tiempos de universidad a la cual había cubierto yo en varias ocasiones, así que le marqué y le expliqué un poco, omitiendo claro de que era la fiesta, estuvo de acuerdo. Le diría yo a mi esposo que habría una reunión de amigas de generación, que estaría y me quedaría en su casa. Él la conocía de un par de reuniones que se dieron en nuestro primer año de casados.

 

Llego el mensaje esperado indicándome la dirección y la clave para el acceso, un día antes de la velada. Esa tarde elucubré cosas que jamás pensé que haría, le pedí a mi esposo pasara por mí al trabajo para que me llevara a comprar algo de ropa.

 

—¿No podíamos haber esperado al fin de semana?

 

—No porque el fin de semana lo voy a estrenar para ti -Le dije coqueta —, ¿Te gusta esta falda?

 

—Bueno si es para mí entonces mejor la otra que está más corta, no mejor el vestido azul que también está muy cortito.

 

—Pero está exageradamente corto, se me van a ver las nalgas -protesté, cuando me lo probé se veía sensual, pero al agacharme no dejaba nada a la imaginación, se lo mostré y me dijo que así estaba bien porque además sólo lo iba a usar con él a mi lado.

 

—¿Te gustan estas tangas?

 

—Mejor aquellas de hilito

 

—Ok, ¿medias con liguero o sin medias?

 

—Sin medias, busquemos unos zapatos bonitos que hagan juego con el vestido -me escogió unos

zapatos abiertos que hacían lucir los pies desnudos, con tacón no tan alto, eran elegantes.

 

—¿Cuándo estrenaremos todo?

 

—El fin de semana te lo prometo -no le mentí.

 

Al día siguiente, según lo acordado con ella, llegué a la casa de G, ahí me cambié y me maquillé ligeramente, quedamos que le avisaría a qué hora regresaba. Cuando me vio cambiada sólo atinó a decir “Eres una cabrona”, pero no pregunto nada, sólo sonrío y me dijo “cuídate y diviértete”, lo que su imaginación le haya dicho nunca acertaría ni vagamente a la realidad.

 

Llegué en mi coche al lugar, di la dirección y la clave, me revisaron la cajuela, me dieron el gafete de visitante e indicaron como llegar, antes había llamado para indicarle a D que ya estaba en la entrada. El miedo me consumía, no estaba ya segura de lo que estaba a punto de hacer, miré mi bolso sobre el asiento de auto, inocentemente llevaba otra tanga por si pasaba lo de mi primera vez. Al llegar el me esperaba en la puerta y me indicó donde estacionarme.

 

—¡Que belleza de mujer estás hecha A! ese vestido te queda muy bien, vas a poner loco al festejado -el desasosiego invadió mis entrañas y los pies me temblaban, me saludo con un ligero beso en los labios y entremos a la casa. Sentía el vestido más corto de como lo había visto al probármelo, en un acto inútil lo jale para ver si bajaba un poco. La estancia era amplia y decorada con muy buen gusto, había 11 personas, todos hombres naturalmente, 12 contando a D.

 

—Les presento a A, es el regalo para T -dijo a manera picara y me fue presentando a uno por uno hasta que llegamos T, quien se paró y me dio un beso en la mejilla, era muy alto y atractivo, enseguida se sentó y me hizo un lugar a su lado, D me indicó que me sentará junto a él. El vestido se me subió y me sonrojé sentí que se me veían todos los calzones.

 

—¿Qué tomas?, tenemos tequila, whisky, ron y cerveza

 

—Un tequila con toronja y hielo por favor -las piernas me seguían temblando cuando T pasó su mano sobre mis hombros desnudos y me abrazó.

 

—Eres muy hermosa y sexy A - me susurro al oído, sentí que me mojé al escuchar sus palabras  sabiendo que yo era su regalo.

 

—¿Te parece? -Le conteste con la voz cortada y nerviosa, de lo cual se percató y su respuesta fue una sonrisa y un beso casi en la comisura de mis labios.

 

 D me entregó mi trago y lo fuí bebiendo mientras ellos hablaban y bromeaban, T ya acariciaba mis piernas y ocasionalmente me besaba las mejillas. Cuando terminé mi copa me sentía ya más relajada, pero sin dejar de estar nerviosa; le pedí otro trago a D.

 

 

—¿De dónde eres G? -me pregunto el más joven de todos, frisaría los 20 años, era simpático, aunque un poco gordito.

 

—De Durango, aunque tengo ya muchos años viviendo aquí en la ciudad.

 

—Con razón estás tan bonita

 

—¡Y tan buena! -tercio otro como de 45 o 50 años, muy guapo para mi gusto, todo rieron, ya con el segundo trago los nervios estaban casi controlados, y para entonces ya T me besaba el cuello y mordía mi lóbulo. Mi tanga ahora si ya estaba mojada, ellos seguían bromeando, cantando, riendo y bebiendo. Cuando cruce mis piernas, se escucharon silbidos de admiración, mis nalgas se alcanzaban a insinuar levemente. Alguien puso una cumbia y otro me sacó a bailar, así pasaron 4 o 5 canciones bailando con todos, lo cual ayudó a disipar los nervios. Yo esperaba que D cumpliera y que con todos sólo fuera el baile.

 

Cuando volví a sentarme con T, volteó y me beso en la boca, me vino a la mente lo que había leído de que las putas no besan en la boca, pero lo dejé hacer correspondiendo con vehemencia cuando su lengua hurgaba ya mi boca y su mano tocaba mi entrepierna.

 

—¿No le vas a hacer un striptease a T?

 

—Si en un rato que estemos solos

 

—Noooo -dijeron a coro  

 

T que para ese momento tenía su mano casi en mi vagina por encima de mi braga, me miro con cara de ternura. Alguien ya había cambiado la música a una balada rítmica en inglés. Me sentí en cierta manera forzada y me paré con más pena que gloría, nunca había hecho algo así ni para mi esposo. Paralizada por los nervios me empecé a mover lentamente cerrando los ojos, entre los gritos de los asistentes, la emoción fue haciendo presa de mi con un tanto de lujuria; bajé lentamente mi vestido por los hombros al ritmo de la música hasta llegar a mis senos y me detuve ahí un momento contoneando mis caderas; bajé el vestido por debajo de ellos y desabroché el sostén sin retíralo hasta que alguien grito “¡queremos chiches!”, lo quité y se lo aventé a T, tenía los pezones erectos, sentía la cara roja de vergüenza y excitación. De pronto me asaltó un cierto temor que se fueran a aventar sobre mí, pero todos estaban en sus lugares así que continúe; dejé caer el vestido ya con los senos desnudos y seguí con el baile. El hilo de la tanga era muy fino así que se perdía entre mis nalgas, lo jalé entre ellas recorriendo mis manos hacia adelante sin dejar de jalar provocando que la tanga se incrustara en la vagina mientras intentaba bailar lo que mi desasosiego me permitía; me la quité lentamente y se la aventé como antes el sostén a T, afortunadamente terminó la melodía entre gritos y algarabía, porque ya no sabría qué hacer. Mi mente pensaba e imaginaba a mil por hora, previendo que T me quisiera seguir metiendo mano ya encuerada y enfrente de todos, recogí mi ropa me acerque a él, lo tomé de la mano y le dije quedo.

 

—¿Vamos por tu regalo?

 

—Vamos -me tomó de la mano y subimos las escaleras, entramos a una recámara con una amplia cama. El baile había logrado ponerme muy cachonda, estaba sumamente mojada, cuando T se quitó la camisa pude ver su bien formado torso y sus recios brazos. Fácilmente me cargo y me deposito en la cama. Se sentó a mi lado y me fue dando indicaciones de lo que quería. 

 

—Separa las piernas hermosa y ábrete la vagina con tus manos -así lo hice y enseguida metió dos dedos, con los cuales inicio a masturbarme, acto seguido me indicó que no la soltara y con los dedos aún dentro sentí su lengua rosar apenas mi clítoris; me metió un tercer dedo y su lengua empezó a lamer, sabía lo que hacía, empecé a lanzar gemidos que lo excitaron y llevaron a incrementar la cadencia; sacó los dedos y con ambas manos me abrió completamente las piernas, las lamidas se convirtieron en una espléndida mamada mientras me sujetaba las piernas abiertas con ambas manos. No pude más y lance tremendo grito, el pensar que lo estarían escuchando abajo me llevó a un delirio tal que el orgasmo me alcanzó violentamente, tomé la cabeza de T y con toda mi fuerza le embutí su cara en mi raja. Se escuchaban los chasquidos, un espasmo cimbró mi vientre seguido de un placer inconmensurable. Había escuchado de la eyaculación femenina pero nunca la había experimentado, sentí un fluido salir con fuerza de mi vagina que lo tomó por sorpresa empapando su rostro. 

 

—¡Así mi amor deja salir todo!  -me decía mientras sostenía mis piernas y me miraba mojar la cama.

 

Quedé aturdida y absorta por unos instantes. Se levantó y se quitó lo que le restaba de ropa, al mirarlo con admiración pude comprobar lo que me temía, su miembro correspondía a su altura. Totalmente erecto era de una proporción insolente, se colocó el preservativo que le llegó apenas un poco arriba de la mitad, se acercó y se sentó en el borde de la cama.

 

—Ven móntate -me incorporé y ayudada por él, que me tomó de la cintura, me senté por encima de su pene; manteniéndome en vilo me fue soltado despacio conforme me iba penetrando, de inició no entró en su totalidad, pero yo empecé a subir y bajar sobre él apretándolo en cada embestida, al mismo tiempo que empezó a acariciar y chupar mis pezones. Intentaba meterme toda su verga y poco a poco mi vagina iba cediendo, aunque me dolía un poco, de pronto sentí como si algo se rasgara dentro cuando sujetándome de la cintura me arremetió frenéticamente, me bajó hasta que mis nalgas toparon con sus piernas, ya no paró de cogerme mientras mordía mis tetas.

 

—Ya te cupo todo Flaca, entró ya hasta el fondo no dejes de moverte -resoplaba en mi oído mientras me sujetaba de las nalgas y me metía un dedo en el culo. Yo me encontraba extremadamente caliente con ese miembro enorme dentro de mí, aullaba a cada fuerte empellón. Después de varios minutos se recostó sobre la cama y me pidió que me girara dándole la espalda, volvió a acometer hasta hincarme de nuevo toda la verga —agáchate quiero ver como se te clava.

 

—¿Así papi? ¿Te gusta como se ve también mi culo?

 

—Si Flaquita, tienes un culo delicioso para abrirlo y cogerlo

 

—Ahhhh mi amor… -me dejé caer rebotando mis nalgas sobre su bajo vientre, me pellizqué los pezones mientras su verga me ensanchaba. Cuando sentí los estremecimientos de su pene traté de apretarlo con toda la fuerza de mis contracciones vaginales. Me lo volvió a empujar con fuerza y el cuerpo me convulsionó con una venida fenomenal, en el clímax de la lujuria daba yo gritos como jamás nunca lo había hecho mientras él también se venía dando fuertes palmadas en mis nalgas y pujando.

 

—¡Así puta, cómetela toda!

 

Nos tumbamos uno al lado del otro.

 

—Pinche A que rica estás cabrona, coges muy rico.

 

—Tú eres el que coges excelente me has hecho venir como nunca -si supiera que era una puta novata que hasta hace poco sólo cogía con mi esposo quizá no lo creería.

 

Nos paramos para ir nuevamente a la sala y cuando me iba a poner la ropa interior me dijo:

 

—No te pongas nada, sólo el vestido.

 

—Pero me van a ver tus amigos.

 

—No importa, quédate así, es excitante saber que te tengo a mi lado sin calzones -sonrío, le hice caso sin saber a ciencia cierta por qué, quizá porque el hecho era erótico, excitante o sencillamente pervertido.

 

—Eres un pervertido ¿lo sabías?

 

—No lo sabía, recién lo estoy descubriendo contigo -Soltó la carcajada

 

—¿Te han dicho que tienes una verga descomunal?

 

—No tanto así tampoco exageres… ¿Oye y te puedo llamar después?

 

—Para mí es la más grande que he visto, casi me matas. Si me puedes llamar si es que no te pegan

 

—Eso si no lo sé -sonrío

 

Salimos de la habitación y me di cuenta de que habían llevado bocadillos, entre ellos comida china, agradecí al cielo porque moría de hambre.

 

—¿Quieren comer algo? Adelante, aunque ustedes ya cenaron -comento D socarronamente, me sirvió otro tequila y me serví de la comida china, que me supo exquisita. Casi no tomo, 2 copas es mi límite máximo, así que cuando me terminé el trago porque la sed, además del hambre me devoraba, me sentía por primera vez en mi vida ebria, empecé a reír de todo, me sentía desinhibida y le pedí a D otro trago más mientras comía. La plática era jocosa y picante, algunos me decían cosas que no entendía, albures supongo, pero yo reía desparpajadamente. Pusieron nuevamente música y bailé con casi todos, se me olvidó que no traía calzones hasta que sentí la mirada de algunos de ellos en mi trasero cuando en alguna vuelta se me subía el vestido.

 

Cuando baile con L de quien yo suponía tenía entre 45 y 50 años me dijo que si le podía dar mi número de teléfono o que si se lo tenía que pedir a D.

 

—¿Y por qué a D?

 

—Porque él te trajo, y no sé si haya algún arreglo.

 

—No ninguno sólo me contrato para venir, y si tú quieres igual me contratas después -le dije coqueta, me gustaba el tipo y mi libido estaba arriba del límite controlable.

 

Cuando la música terminó regresé a sentarme junto a T, y algo le dije, al responderme arrastraba las palabras, se notaba ya bastante bebido. Me tomó de una mano y sentó en sus piernas empezando a besarme al unísono, le correspondí en un juego jugoso y delicioso de nuestras lenguas. Su mano empezó a acariciarme las piernas y subirme el vestido, de momento no me importó que nos estuvieran observando, pero cuando llegó hasta casi la cintura y todos pudieron observar que no traía calzones jalé el vestido para acomodarlo, terminó el largo beso y volví a sentarme a su lado. Noté que L, el tipo con el que acabada de bailar me miraba las piernas, le sonreí y las cruce para que se miraran mejor, no quitaba la mirada de mí y de ellas así qué que las bajé y las abrí un poco tratando de que mirara hasta el fondo, sus ojos expresaron sorpresa y así las mantuve un buen rato para su regocijo ya que quedaba exactamente frente a mí.

 

—¿Oye A también ese culito rico es parte de mi regalo?

 

—¡Pero la tienes enorme, me quieres matar! me dolería a madres -no sabía si hacerlo por el ano iba incluido en el precio que cobré, no era más que una caliente principiante.

 

—Vamos a intentarlo anda -tomándome de la mano me levantó y nos dirigimos a la habitación nuevamente.

 

 —Ahora regresamos -les dijo de manera jocosa.

 

—Se cuidadoso T, por el amor de Dios -fue lo único que se me ocurrió decir mientras subíamos la escalera.

 

Ya en la habitación se quitó el pantalón y aunque estaba bastante tomado su erección era impresionante. Me sentó en el borde de la cama y me pidió que se la mamara, apenas me cabía escasamente la mitad en la boca, los intentos que hizo por meterla más allá me provocaron sendas arcadas, tenía mi lengua por la parte baja de su verga y cuando empujaba su miembro ésta salía de mi boca. Me tuvo como media hora mamándolo.

 

—Ahora si empínate Flaquita

 

—Espera, alcánzame mi bolso -en las semanas previas que le había pedido a mi esposo me lo hiciera por atrás habíamos comprado un lubricante ya que estuvimos haciéndolo diariamente en las últimas fechas, aunque claro no siempre por el culo. Algo me dijo que lo iba a necesitar. Saqué el lubricante y se lo di.

 

—Por favor úntame bastante y tú también.

 

Me puse en cuatro en la orilla de la cama, se acercó y levantó el vestido hasta mi cintura, me veía muy pequeña con semejante hombrón en esa posición. Lo miré por encima de mi hombro poniéndose el preservativo como se lo había pedido. Sentí su salvaje embestida pero contrario a lo que esperaba su estocada fue por la vulva, la verga entro hasta el fondo y di un alarido, me acometía entre pujidos y palabras altisonantes.

 

—¡mueve las pinches nalgas, mójame toda la verga!

 

—¡Así cabrón dale mas fuerte a tu puta! -estaba nuevamente muy excitada, realmente me gustaba mucho T y lo que me hacía.

 

La culminación me llegó acompañada de un estertor que me cortó el aliento como el que antecede a un desfallecimiento, caí de bruces en la cama, paró y sacó su miembro. Espero un par de minutos y me tomó de la cintura y me volvió a levantar en cuatro, lo vi cambiar el condón y casi al instante sentí algo frío entre mis nalgas y dentro de mi ano. Cuando terminó de colocar el lubricante suspiro y recargo su verga en la entrada de mi culo, me sujetó por el talle y sentí la punta de su miembro empezar el intento de irrumpir en mi cavidad.

 

—¡Estás muy cabrón T, no va a entrar!

 

—Flaca relájate, afloja los esfínteres -mientras decía esto me dio un fuerte empujón con el cuál sentí deslizarse su miembro dentro de mi culo y un ardor que me hizo impregnar la habitación con rugidos que me rasgaron la garganta. –Ahí va ya amor, tranquila casi lo logramos, ya está a la mitad.

 

—¡Hasta ahí T te lo suplico por favor!

 

—Un poco más, un poco más.

 

Después del siguiente empellón sentí que mi ano se distendía de una manera inconcebible, me la había atascado casi por completo.

 

—Ahora si flaca mueve las nalgas y aprieta el culo -empezó a cogerme con tanta vehemencia que su sudor lo sentí caer en mi espalda mientras gruñía como animal en celo, me empecé a tocar el clítoris cuando el dolor amainó y dio paso a un placer nuevo que recorría del ano a mi abdomen y de ahí bajaba como punciones de placer hasta la boca de mi vagina.

 

—No pares papito, dame toda tu pinche verga…¡ahhh! -el orgasmo me paralizo, sentía el culo entumido.

 

—¡Aprieta, aprieta así!!!  -me dio dos estocadas seguidas y en la última se quedó petrificado, yo sólo sentía palpitar su pito dentro de mí mientras se venía entre guturales gemidos. Quedó resoplando y así permanecimos un buen rato hasta que lo sacó con cuidado y se tendió en la cama conmigo a su lado.

 

—Flaca coges delicioso y estás bien buena, qué noche que hemos pasado ¿no?

 

—Si, tu estás bien rico, me ha gustado mucho, aunque casi me partes en dos, fue increíble que entrara. -cuando volteé a mirar él ya dormía, extendido completamente.

 

Me acomodé el vestido y me iba a poner la tanga, pero recordé las miradas de L y no lo hice, los zapatos los traía puestos, caí en cuenta que en toda la noche no me los había quitado… ¿Fetiche de los hombres? Miré el reloj eran las 3:20 a.m., era hora de cobrar y despedirme. Todos seguían ahí, aunque muchos ya estaban ebrios o al menos así me lo parecía.

 

— ¿Y T dónde lo dejaste?

—Se quedó bien dormido, yo creo que le hizo efecto el alcohol

Platicábamos en la cocina donde había alcanzado a D mientras se preparaba un trago -muy bien pues déjame te pago, contó el dinero y me lo dio, cuando lo tuve en las manos pensé que era bastante para una noche divertida de cachondeo.

—Acabaste con él jajaja. Te tengo una propuesta; el muchacho gordito tiene 19 años, casi 20 y es virgen, entre todos quedamos de hacer una cooperación para que le des su primera cogida ¿Te animas?, pero hay una condición.

—Dime

—Que te lo tienes que coger frente a todos.

—¿Qué? ¿Estas loco?, ¡todos son una bola de pervertidos!

—Menos yo reconócelo.

—Tú, sobre todo, ¿no recuerdas lo que hicimos con tu amiguito?, que por cierto no estuvo hoy, seguro fue propuesta tuya.

—Bueno, pero entonces tú también lo eres jajaja. H no vino porque salió de viaje y no fue propuesta mía, de verdad, fue de alguien más. Te vamos a pagar un poco más de tu tarifa, anda no seas fresa.

—¿Me das un tequila? -me lo ingerí de un jalón y le pedí otro, al terminarlo nuevamente me sentía desinhibida y con una cachondez inexplicable. —Va acepto ¿cuánto me vas a pagar?, pero que nadie me meta mano, ni quiera sobrepasarse ¿de acuerdo?, ahhh y nada de fotos

La libido, ahora lo entiendo, cuando está arriba de la línea de flotación nos lleva a conjeturar, elucubrar, planear, y ejecutar cosas, que de otra manera ni las imaginaríamos, al menos así me sucede, y en mi caso el alcohol, lo estaba comprobando, desinhibe la parte decididora poniendo la moral en reposo para dar paso al actuar, desde el sentido donde el placer no es el centro del todo sino la sensualidad inherente a la situación.

El ser el centro de atención; el poder elegir entre varios hombres; el que se “portaran bien” conmigo; el enseñar mi cuerpo sin pensar en más que la estética del erotismo y sobre todo saber que todos estábamos en el límite del deseo, era lo que daba a la situación el toque de lujuria del placer compartido. 

—Si de acuerdo, yo te voy a cuidar y aquí está el dinero, y si no te has percatado nadie trae celulares, los recogimos todos al llegar. -cuando recibí el dinero me sorprendió la suma, o D estaba bastante borracho o todos eran esplendidos con de que aceptara desvirgar al chico.

Cuando llegamos a la sala todos nos miraron expectantes esperando saber que pasaría. N que así se llamaba el chico se encontraba sentado al fondo bebiendo algo, pude adivinar que no sabía nada, me acerqué a donde se encontraba y me senté a su lado, disimuladamente subí un poco mi vestido dejando ver más de lo que ya se observaba. Todos los demás se sentaron como sin nada pasará y siguieron en su divertimento.

—¿Qué tomas?

—Whisky, ¿quieres tomar algo?

 —Si invítame un tequila con toronja por favor

Lo trajo y empezamos a platicar de cosas intrascendentes, de lo que estudiaba, de música, de la fiesta. No dejaba de mirarme las piernas o bien las tetas cuyos pezones se notaban a través del vestido ya que por la excitación de la situación los tenía parados.

—¿Quieres acariciarme las piernas?, puedes hacerlo

—¿De verdad? -tomé su mano la coloque en la parte interna de mi pierna, se sonrojó y la acarició tímidamente, se la sujeté y la deslice hasta mi ingle cerca de mi vagina sin calzones.

—Toca si quieres -yo ya estaba completamente mojada y fue lo que sintió cuando acercó sus dedos y rosó mis labios vaginales, tomé su cara y le di un beso muy húmedo, con una de mis manos guíe la suya para que me metiera los dedos, y empujé dos dentro de mí.

—No te detengas, mete otro anda, le dije sacando la lengua de su boca para después volverla a meter -para entonces ya teníamos acaparado al público y sólo se escuchaba un ligero murmullo, yo creo que él no escuchaba nada.

Desabotoné su camisa y empecé a lamer sus tetillas mientras intentaba abrir su cinturón y desabotonar su pantalón. Se encontraba paralizado y me dejaba hacer, así como también hacía lo que le decía yo, por fin pude sacar su verga del pantalón y la empecé a jalar rítmicamente. Ya lo tenía jadeando y eso me causaba mucha excitación. Olía muy bien, y me recordaba a mi esposo que siempre huele a limpio eso me gusta mucho de él. Me bajé los tirantes del vestido hasta debajo de los senos y se las ofrecí

—chúpamelas bebé. –puse su boca en uno de mis pezones y empezó a mamarlo suavemente, yo seguía jalándole la verga.

Sus dedos seguían dentro de mi vagina y entonces abrí mas las piernas para que pudiera masturbarme a placer pero más que nada para los demás pudieran ver como me metía mano, de reojo pude ver a alguien tocándose la verga por encima de su pantalón. Lo retiré un poco y con mi boca busque su miembro, empecé a lamerle el glande para después meterla completa a la boca y chupársela con fruición, sentía que si se la mamaba largo tiempo terminaría por venirse y no quería eso, así que me paré y quité el vestido, acto seguido le ayude a quitarle el pantalón. Me senté separando las piernas y como hacia unos minutos antes con T me abrí la vagina con las manos; obvio decir que nuestro público estaba boquiabierto.

—Ven amor ahora pruébame tú -se hinco frente a mí y empuje su cara hacia mi vulva, lo guie hacia mi clítoris y antes de que hiciera nada le indique que lo lamiera suavemente.

—No metas aún la lengua chiquito sólo lámeme ahí…ahora mete tu lengua suavemente y muévela de arriba abajo succionando poco a poco.

Pedí y alguien me acerco un condón, le di una ligera chupada a su pene antes de colocárselo. Me monté en él y con mi mano fui guiando su verga para que me penetrara.

—Deja que entre mi amor, relájate y empújala suavemente, así mi amor -una vez dentro me movía marcando la cadencia para que él me siguiera, lo besaba apasionadamente y coloqué sus manos en mis nalgas para que con ellas guiará y apoyara sus embates, así pasaron varios minutos.

Nuestro público ya estaba a un par de metros de nosotros y no perdían detalle. Cuando sentí sus primeras contracciones le pedí que dejara de moverse. Me saqué su verga y le retiré el condón, me hinqué entre sus piernas y empecé a mamarlo de nuevo, realmente lo estábamos gozando ambos, él por ser su primera vez yo por ser su primera mujer, quería hacerlo gozar así que me prodigue en mis mamadas, lamí su testículos, atrás de ellos, cerca de su ano y nuevamente la comía, me la metía hasta el fondo y luego le succionaba la cabeza, sabía que no tardaría en venirse, así que decidí recibirlos en mi cara para beneplácito de mi público. Cuando sentí sus contracciones la saque de mi boca y se la estuve jalando cerca de mi rostro, su primer chorro me cayó por encima de los ojos, se la moví y siguiendo viniéndose en mis mejillas y en mis labios, los cuales abrí para tragarme un poco, algo nos gritaban pero yo no entendía estaba concentrada la eyaculación de mi niño. Cuando termino me la metí a la boca para lamerle los restos que ahí quedaban. Se dejó caer de espaldas en el sillón y aproveche para lamer lo que había caído entre sus piernas, había eyaculado muy abundante y eso me había gustado sobremanera.

Me incorporé, tomé mi vestido y me dirigí al baño a lavarme, cuando salí estaban bromeando con él,  cuando me acerqué se separaron un poco de él y me senté a su lado, ya eran las 4.30 am.

— ¿Te gustó?

—Si  mucho, gracias no esperaba estar con una mujer cómo tú

 — ¿Una puta?

 —Noo, quise decir tan bonita

Después de un rato se empezaron a despedir, muchos me pidieron mi número prometiendo llamarían, a las 5 am sólo quedamos D y yo.

—Te va a tocar cuidar al festejado -le dije a D jocosamente

—Si, pero tuvo una buena despedido, creo que no se podrá quejar

Mire su pene sobre el pantalón y se notaba su erección

—¿Estás excitado?

 —Verte coger si me calentó mucho, ¡que manera de mover las nalgas!

Me acerqué a él y desabotoné su pantalón, tomé su verga y lo empecé a masturbar, cuando lo tuvo bien parado, se la empecé a mamar mientras él me tomaba de cabeza y hacía que me atragantara con ella. Me quité el vestido y él se acabó de desnudar colocándose un preservativo, se recostó con el dorso recargado en respaldo del sillón, no sé como cupimos, pero yo me acomodé dándole la espalda y desde esa posición me penetró. En esa posición me estuvo cogiendo por espacio de varios minutos, pudo sentir que me venía, mis gritos me denunciaron y dejó de moverse hasta que yo me quedé quieta. Me quitó y se incorporó, retiró el condón y me la introdujo en la boca.

—Quiero que te tragues toda mi leche Bonita, no la saques hasta me vacié -se la empecé a chupar y casi enseguida sentí su verga trepidar, esa palpitación que antecede a la eyaculación y que se me hace tan sicalíptica.  Empezó a fluir una gran cantidad de su esperma, por momentos parecía que se terminaba, pero sólo era el preámbulo a otro manantial, yo tragaba hasta que no pude más y empezó a encaminarse fuera de la boca.

—¡Trágala puta, no la dejes salir! -decía entre resuellos hasta que emitiendo un gran quejido soltó el último chorro que fue a parar directamente hasta mi garganta. Se quedó impávido para sentarse posteriormente con la mirada extraviada.

—No mames me hiciste venir como nunca

—Si mamo, y gratis para ti mi amor.

 

Ya en el coche rumbo a la casa de G, a quien poco antes le había llamado mi cabeza era un mar de ideas…Mi esposo tendría que esperar para estrenar el vestido, por lo menos un día.   

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