viernes, 7 de julio de 2023

Aquella tarde lluviosa

 

Tarde lluviosa para variar un poco en estos días. Cierro la tienda temprano y pienso en mis posibilidades:

a.- Ponerme a leer a Siri Hustvedt cuyo último libro he abandonado en las dos últimas semanas.

b.- Ver la película porno que me compré sólo por ver las imágenes de gorditas cachondas de la portada, ¡si me gustan así!

c.- Hablarle a mi hermana y decirle que por fin tengo un tiempo libre para que me cuente todas las historias familiares de las últimas semanas.

Opto por la última, busco un paraguas, no quiero llevarme el auto, prefiero ir en micro y luego en metro hasta portales y así poder ver las caras de las personas e imaginar lo que piensan, el por qué de sus caras, de sus gestos, imaginar hacia donde se dirigen, de dónde vienen; tomo mi micro en el periférico directo al metro Toreo, habrá que cambiarle de nombre ya que éste ha sido derribado para darle sitio a la plaza comercial que ahora toma el lugar icónico que fue por muchos años. Al pasar por Lomas Verdes me invaden los gratos recuerdos de cuando solía pasar a comer tacos justamente donde se encuentra el hospital del IMSS, tenía mis admiradores, ni que decir, de las obras de los alrededores que se acercaban por ahí. Llegaba yo muy mona con mi faldita o vestido lista para los piropos guarros al estilo de; “mamacita se lo mamo a tu novio”, creo que siempre he sido una morbosa incomprendida.

Ya en el metro busco acomodo en uno de los asientos donde pueda mirar la mayor cantidad de gente que sube y baja de los vagones, sin darme cuenta me he subido al de mujeres, otra forma más de discriminación de género, todas van absortas pensando quizás en su próxima cita, o en que tendrán que llegar a casa a preparar comida, a atender al esposo, a los hijos, la muchacha que va sentada casi frente a mi probablemente va a ver a su novio, pinta sus labios con mucho esmero, arregla su cabello, delinea sus ojos, después de una jornada de trabajo y quizás va pensando en pasarla bien en algún hotel de la ciudad.

Me distrae de mis pensamientos una chica como de unos 17 o 18 años que se sienta a mi lado…

- ¡Que tatuaje tan chido! -me dice - ¿Qué significa?

- AJ - le contesto lacónicamente.

Mi atención se ha fijado ya en una muchacha que acaba de subir, blusa ceñida un poco arriba de la cintura, pantalones ajustados, blanca, apenas con un ligero maquillaje sobre los ojos y de repente me asalta un deseo insano de algo que siempre he querido hacer, contengo la respiración y me digo que estoy loca, rió para mis adentros y sé que a veces si estoy loca.

Ya no escucho lo que me dice la chica que pregunta sobre mi tatuaje, asiento con la cabeza y me paro, camino por el pasillo del vagón dirigiéndome hacia a la puerta por donde se encuentra la chica de la blusa ajustada, siento su cercanía y la sangre se me hiela, bajo mi mano y la coloco suavemente en su nalga izquierda esperando una reacción de enojo, no se inmuta y deslizo un poco más abajo mi mano quedando entre las dos nalgas y entrepierna, son instantes que se detienen en mi mente, en mi mano, la chica se queda como si no pasara nada sólo alcanzo a sentir que endurece los músculos, bajo del vagón y volteo a verla, me mira sería pero sin enojo, le mando un beso con una mueca de mis labios, me sonríe y me sigo contenta a ver a mi hermana mientras pienso en AJ.  

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