viernes, 8 de septiembre de 2023

Historia 4 "E"...(Sexta parte)

 

Nunca nadie había eyaculado dentro de su vagina, además de su esposo claro está desde que se casó, ahora el hecho de que iba a suceder la ponía en el borde de la lujuria desmedida, “Ahora lávate el pene, pero bien, quiero que eyacules dentro, quiero llegar a mi casa escurriendo de ti y con los calzones mojados”, en lo que él se levantó de la cama para ir al baño pudo percibir que prácticamente tenía la vagina empapada.

Sintió el fluido viscoso que empezaba a inundarla, así como las contracciones de él que antecedían a una nueva oleada de esperma, una, dos, tres veces, él gimoteba con graves resuellos.

— ¡ahhh! cabrón lléname toda la panocha, ¡Aaargh!, si así dame toda la leche —un escalofrío recorría toda su espina dorsal a cada chorro que se vaciaba dentro de ella, y sobre todo con la idea sabida de que no era el semen de su esposo el que estaba recibiendo.

Sentada en el escritorio de su consultorio recordaba las escenas de su último encuentro antes del regreso de su esposo, el cual había sucedido dos semanas atrás. Meditaba sobre el nuevo encuentro ya con los dos y que iba a explicarle, para lo cual lo había citado en el hospital donde trabajaba.

— Buenas tardes, señorita, vengo con la doctora E

— ¿Tiene cita?

— Si, a las 11:00 am.

— Me da su nombre por favor —checo en su terminal y le dio las indicaciones — sube al siguiente nivel, en el primer escritorio lo registrarán y darán acceso al área de consultorios.

Cuando le indicaron que podía pasar se dirigió al consultorio No. 16, su nombre estaba en la puerta con un letrero más abajo “Gastroenteróloga”.

— ¡Buenos días hermosa!

— ¡Hola! ¿llegaste bien?, ahora estoy contigo —se retiraba los guantes y procedía a lavarse las manos mientras saludaba y preguntaba.

— Si muy bien, realmente fue rápido a pesar del tráfico, ¿muy ocupada?

— Si un poco, pero así es todos los días amor. Te sientas por favor en aquella camilla, ahora te reviso

 —le sorprendió la indicación, pero no preguntó y se sentó donde le indicaba haciendo uso de un pequeño taburete al pie de la camilla. Terminó de lavarse las manos, acerco un banco giratorio a la camilla y ajustó la altura, recorrió la cortina cerrando el espacio donde se encontraban, se puso desinfectante. —te voy a examinar, no te asustes, no te va a doler quizá y hasta te va a gustar, retírate el pantalón y calzoncillos —le indicó mientras se colocaba un par de guantes nuevos.

No pudo evitarlo, para cuando terminó de quitarse pantalón y calzoncillos su erección era prominente, ella se sentó y tomó el pene entre sus manos, lo acarició levemente y lo dirigió para atrás, hacia su estómago para ver los testículos, los cuales palpó con una de sus manos, mientras con la otra sostenía el miembro erecto; estuvo un buen rato acariciando así ambas partes. En un momento dado la mano que sostenía el falo incrementó el movimiento de el ir y venir y la otra presionó los testículos con cierta fuerza, haciendo que F se echara hacia atrás por el placer que le estaba procurando.

— ¡Es una verga formidable! —dijo mientras se quitaba los guantes volviéndose a frotar desinfectante en ellas. — Por favor ve al baño y lávate perfectamente pene y testículos.

Cuando regresó se volvió a sentar y ella le separó las piernas, levantó la cabecera de camilla y le dijo que se recostará, tomó algo de un tubo de plástico y se lo embarró en genitales y falo, él lo sintió muy frío, pero hizo que su erección se acrecentará hasta sentir la verga reventar, ella se puso a pie de la camilla y se inclinó entre sus piernas.

— Es un saborizante sexual sabor menta —dijo ella; sintió la tibieza y suavidad de su boca lo cual le hizo abrir los ojos, aquel cabello blanco sujetado a una cola de caballo se agitaba entre sus piernas, sentía las mamadas, las lamidas en los testículos intercalándose sin pausa alguna, pudo ver como todo aquel enorme miembro desaparecía por completo en la boca de ella y como se le inundaban los ojos de lágrimas cuando la punta rozaba su garganta, la sacaba y repetía la felación.

— ¡Me voy a venir mi amor! —sintió el manantial de semen que como lava ardiente salía de sus genitales acompañado de un placer estertórico. Ella succionaba y tragaba ávidamente si dejar lugar a desperdicio alguno, así hasta la última gota, aún lamió alrededor del glande y saboreo los restos, se quedó ahí por algunos minutos.

— ¡Que rica tu lechita mi vida, me la acabé!, vístete por favor.

— Este tipo de exámenes si me gustan, ¿así es con todos tus pacientes?

— Me gustaría ciertamente, jajaja pero no, es especial para ti, siéntate, te voy a explicar: Me tienes que mandar un mensaje pasado mañana, donde me preguntes si ya regresó mi esposo, y qué  de ser así nos invitas a cenar y a tomar algo. Ya lo tengo encauzando sólo hay que dar el siguiente paso. ¿De acuerdo?, bueno ahora me despido porque tengo mucho trabajo amor.

Cuando se despide de ella con un beso le susurra al oído, ¡mmmm tus labios huelen a sexo!

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