Sentada en el lobby del hotel, estoy esperando que entre, me lo he imaginado de muchas formas, siento que me miran y que saben a que voy.
Llegué corriendo de la estación directo al hotel donde lo estoy esperando, me quité las bragas para que no se enoje y para que haga conmigo lo que quiera. Mientras espero cierro los ojos y siento que me manda y que me ordena que hacer, que mirar y a quien esperar.
Tengo un libro en la mano el cual no abro ni leo, solo lo llevo para no sentirme más ajena.
De repente oigo su voz que me dice, ya llegué… abro los ojos y lo miro., no es como lo pensé ni como me lo había imaginado., es más bajo de lo que pensé, pero mas fuerte de lo que esperaba, tuve un momento de miedo, pero solo fue eso, un momento, nada que perdure.
Me tomó del brazo y me dijo ¡vamos!
Entramos al elevador y sentí que todos sabían que no traía ropa interior. Cuando la puerta se cerró, me preguntó ¿qué piso?… le dije… el segundo… me puso la mano encima de la falda y me acaricio una nalga y dijo… vaya que eres obediente… ¿no traes nada o si?..tomé su mano y la metí adentro de mi falda… para que me tocara el sexo. Que, de solo pensarlo, ya estaba mojado… me beso muy fuerte tanto que me hizo daño y me puso las manos en la espalda cuando grite bajito me tapo la boca y me dijo … no, tienes prohibido gritar… prohibido… ¿entendido?
No respondí, solo lo miré.
Llegamos a la habitación y abrió las cortinas
Le pregunté que, si no sería mejor cerrarlas y me dijo, ven siéntate… me senté y me quito la mascada, me dijo, no, eso no, así no es y te voy a enseñar…
Me hinque pase los brazos por la silla y me amarro, con la misma mascada que llevaba yo, me subió la falda y me dio 10 nalgadas, exactamente 10, 5 de cada lado mientras me decía que las contará pero que no gritara… las conté y las recibí… con esas manos de dedos gruesos… manos grandes, ligeramente velludas-
Me tomó de la cabeza y me metió el pene, un pene sin vello alguno, perfectamente depilado… se veía más grande y se sentía mas suave que los demás, estuve un rato con el en la boca, hasta que el comentó que estaba bien, que lo dejaría entrar y que yo no podía gritar…ni hacer ruidos a menos que el me lo dijera…
Me desato solo para que me levantara de la silla y me volvió a atar, me acostó boca abajo en la cama y me abrió las piernas… tuve miedo y le pedí un poco de crema y me dijo… no, con lo que tienes es más que suficiente.
Entró…. Grité… y me nalgueó de nuevo… me tomó de los senos y me dijo… debes callarte – no debes hablar… ni gritar ni susurrar, ni hacer nada que yo no permita.
Se levantó se vistió, salió y me entró angustia, pero solo fue por hielo y regreso…
Mordió uno y me metió un pedazo de hielo por el ano, y lo dejo ahí a que se deshiciera, otro pedazo, lo pasó por mis senos hasta que me dolieron, y luego paso la lengua… volvió a meterme otro pedazo de hielo, y yo temblaba de frío, pero eso a él no le importo, con el segundo pedazo me volvió a penetrar, esta vez la sensación fue diferente, no diré buena o mala, porque solo sé que fue diferente… completamente diferente.
Luego me levantó, se sentó en la orilla de la cama y me senté sobre él, comencé a moverme y a mirarlo, y el me miraba y sentía tantas cosas al mismo tiempo… tomó mas hielo y me lo fue pasando por la espalda, la entrepierna, hasta que le pedí que ya no por favor, porque quería orinar, y me dijo… hazlo… vi que hablaba en serio y me puso otro pedazo de hielo en la vagina… no me pude aguantar y me deje llevar, me oriné encima de él y sonrió.
Me soltó las manos y me dijo… abrázame y deja de ponerte roja.
Me preguntó… ¿estás lista? y le dije… sí
Me cargó y rodeo la cama, luego me acostó del otro lado, juego de labios, manos que suben y bajan buscando espacios que tocar, dientes que muerden cuellos que ansían, ojos que miran lo que se ofrece, era mediodía y el calor en el lugar era tan agradable, sudas y deseas, miras y contemplas.
Muerdo un pecho masculino que se me ofrece a mis placeres carnívoros, sin preocuparse por las marcas que le pueda dejar. Lo cual, por un momento, me hace tener el control del sexo (ojalá todos lo permitieran una vez), el placer que uno siente, no tiene precio.
Me vuelve a atar las manos por delante y yo quiero abrazarlo, pero me dice, - ¡no!, lo harás cuando terminemos – obedezco y me siento sobre él, lo cual se me complica si no puedo tocarlo, lo nota y me ordena – ¡acuéstate! Obedezco, me voltea y me dice – terminaremos ya… ¿está bien? Volteo lo miro y asiento – haré lo que él ordene.
Me penetra y se comienza a mover muy fuerte, mientras siento como me duele la cadera, como me duele la cintura, como me tiemblan las pierna, trato de concentrarme en la imagen que amo y que no es él, nunca ha sido él, siempre ha sido otro el que logra mis orgasmos, pero no puedo, su voz diciendo que siento, esa voz que no es la del hombre que amo, hace que pierda la concentración, finjo y miento, cuando me pregunta si me vendré y digo que si, que ya, porque finalmente, nunca puedo, el acepta y ríe y me comenta lo bien portada que soy y así con una fuerte sacudida y un gruñido entre dientes… terminó.
Cae sobre mi y su cuerpo cubre el mío, lo dejo estar porque esa sensación de peso que me cubre sudorosa, siempre me ha gustado. Pasa un rato, se levanta, me desata, va y se baña mientras yo me enredo en las sábanas de una cama medio mojada… sale me mira y me dice – ¿te veré más tarde? – digo que si, pero sé que me iré apenas él cruce la puerta, me pide que lo llame y sonrió.
Se agacha y me da un beso. El beso de premio, mientras me permite que lo abrace. La magia ya se evaporó. Con ese olor a shampoo y a jabón ya no se ni lo que quiero.
Se va mientras me mira y me manda otro beso con la mano.
Dejo que salga, que se vaya, mientras miro el desastre ocasionado. Me tomo mi tiempo, me baño, me arreglo. Es bueno tener una habitación con dos camas se puede siempre confiar en que nada más pasará y se puede utilizar el otro espacio.
¿Qué pensará de mi la mucama mañana?, no lo sé y ya no me importa… siempre queda esa sensación de saber que una se porta mal.
Arreglo mi maleta y salgo despacio. Todo ha terminado y yo tomaré un autobús que me aleje de un lugar al que sé que nunca volveré.
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