jueves, 25 de marzo de 2021

Historia 2... "D"

Deseo y transgresión: el erotismo de Georges Bataille

Maider Tornos Urzainki

 

En la sociedad actual, el ser humano ha perdido su dimensión sagrada. Poco a poco, según explica Bataille, se ha alejado de la intimidad que lo define como ser humano, para refugiarse en un mundo sin vida (el mundo del trabajo en oposición al mundo de la fiesta y el deseo). Pero Bataille no se conforma con esta realidad vulgar y busca el éxtasis, la violencia de un goce desmesurado, para transgredir los límites de una realidad mediocre. A través de la teoría sobre el erotismo, una pregunta ontológica por el ser del sujeto que estructura todo su pensamiento, Bataille intenta destruir los cimientos de la sociedad, cuyo poder emana de la represión del deseo. A través de una relación violenta con el ser del “otro”, el sujeto erótico accede a la interioridad de su propio cuerpo, en donde se revela el vacío del ser; el “no-ser” del sujeto erótico, la muerte.

 

La transgresión de “D”

-Bueno, ¿por dónde empezaré?, desde un día antes, mmm no, creo debe ser desde el presente, del hecho claro, y luego como en las películas aparecerá: “un día antes”, pues bien…

Decidimos ir a comprar los regalos de navidad aprovechando el sábado, no queremos ir en auto por lo congestionado que suele estar el centro de la ciudad en estos días. Planteo acercarnos en  Uber, pero mi esposo propone irnos en metro un tanto divertido de su ocurrencia. Cuando bajamos la gente es poca en el andén, pero al llegar el convoy viene un poco atiborrado, sin embargo, abordamos sin problemas. En la puerta contraria a la que entramos se encuentran recargadas tres personas, uno de ellos sobresale por su estatura y por su pelo perfectamente acicalado, cálculo tendrá alrededor de sesenta años, es guapo pienso. Mi esposo se sujeta del tubo superior, yo me volteo para quedar frente a él y detenerme de sus hombros, con su casi 1.90 mts. es fácil para él aferrarse sin problema por encima de los pasajeros.

Realmente no viajamos mucho en subterráneo porque nuestros trabajos nos quedan relativamente cerca de casa, cuando yo no uso el auto él me lleva y me recoge a la salida. En la siguiente estación sube demasiada gente empujando a mi esposo y por ende a mi hacia la puerta contraria, quedamos apretujados, pero aún con cierta libertad de escasos centímetros. El tren se pone en movimiento, al entrar al túnel siento detrás de mi que alguien se recarga en mi trasero, mi primera reacción es quitarme, pero no hay espacio, enseguida me volteo para decirle hasta de lo que se va a morir, veo que es el hombre que había visto al entrar al vagón. No sé porque razón no digo nada sino simplemente me vuelvo hacia mi esposo, al ver que yo no reclamo nada el sujeto se recarga en mi con más fuerza y puedo sentir su pene sobre mis nalgas, una oleada de sensaciones me recorre de la cabeza, al vientre y de ahí a los pies y viceversa, siento que mi cara se pone roja como jitomate. 

 

Un día antes:

Mis suegros y mi cuñada llegaron a la hora convenida para la comida por nuestro tercer aniversario. La idea era una ligera celebración con ellos sólo para no pasar desapercibida la fecha y después en la noche tener nosotros nuestro festejo íntimo en la cama. Los planes cambiaron cuando por la hora decidieron quedarse, así que alargamos la velada con ellos. Decidimos que el día siguiente lo ocuparíamos para ir a comprar los regalos de navidad una vez que se retiraran.

 

Apoyo la cara y el pecho en mi esposo levantando ligeramente el trasero, me pongo en las puntas de los pies tratando de que aquel miembro quede exactamente en la hendidura inferior de mis nalgas, la acción resulta efectiva, puedo sentir como el individuo se acomoda mejor y empiezan las acometidas, primero son lentas y suaves pero conforme se va excitando, supongo yo, van siendo con mayor fuerza e incrementado su ritmo, puedo sentir ya una verga enorme entre mis glúteos, tanto así que me hace quedar completamente pegada sobre mi esposo. ¡No puedo evitarlo! y empiezo a mover en círculos mi culo combinándolos con movimientos rectilíneos hacia adelante y atrás, intento sean ligeros e inadvertidos; la gente a nuestro alrededor nos prensa cada vez más. Llevábamos así dos estaciones, cuando el tren entra al anden él detiene los embates y sólo deja su falo encajado en mi con fuerza, “¡Dios mío…me estoy poniendo bien pinche caliente!” pienso, el tren vuelve a arrancar y empieza de nuevo, “¡se va a dar cuenta, se va a dar cuenta!” me digo yo refiriéndome a mi esposo, de pronto empiezo a sentir una erección sobre la parte baja de mi vientre, lo miro y me sonríe, mis movimientos para con él sujeto habían hecho que como consecuencia mi esposo los sintiera en su pene, afortunadamente cree que esos meneos son para él. Siento las dos vergas, pero sobre todo la de atrás que me la imagino enorme, tengo el calzón ya completamente mojado; repentinamente siento la mano izquierda del hombre acariciando mi pierna suavemente, metiendo la mano entre la tanga y mi piel, se ha atrevido a deslizarla por debajo de mi falda; no salgo de mi asombro cuando siento también su mano derecha sobre mi nalga, la aprieta y rasguña vigorosamente mientras las arremetidas continúan; hace a un lado mi braga y desliza su mano entre las nalgas hasta que encuentra mi culo, me pongo mas de puntas y le paro aún más el trasero, no sé como lo hace pero siento ya su dedo abriéndolo. Para que mi esposo no se dé cuenta bajo mi mano y le toco la verga, recargando más mi pecho en él, mi mano izquierda la paso por un costado empujando un poco a la mujer que tengo a un lado pegada a mí, busco y encuentro la verga del tipo, ¡se siente enorme!, se la presiono como puedo mientras empuja su dedo dentro de mi hasta que lo tiene totalmente embutido. Mi respiración es entrecortada, las estaciones se suceden y fantaseo de manera febril que nos bajemos los tres y mi esposo permita que me coja, lo deseo.  

En un santiamén, y sigo sin saber como lo hace tan fácil, saca el dedo de mi ano y desliza, cálculo tres dedos, sobre mi vagina, entre ella y sus dedos se interpone la tela de mi calzón, la hace a un lado y ¡me mete los tres dedos de un solo chingadazo!, no aguanto más, lanzo un grito y aprieto con mucha fuerza ambos miembros, mi esposo disimula pero aquel como puede ya está sacando y metiendo los dedos, apenas puede meterlos hasta la mitad, pero no ceja en su intento, trato de abrir mas las piernas para que entren completos pero me resulta casi imposible, la humedad escurre ya por mis piernas de manera abundante, escondo la cara en el dorso de mi esposo y froto su verga para que mis jadeos pasen desapercibidos, la del sujeto se la oprimo con fuerza, y a todo lo largo que la situación lo permite, me encantaría mamársela, alucino. Mi mano se ha dormido, la retiro de la verga del fulano, la descanso mientras sigo sintiendo su intento de meterme los dedos más allá de donde ya están, sigo escurriendo con ellos adentro y jadeando apagadamente a cada tentativa. Vuelvo la mano hacia atrás y mi sorpresa es mayúscula, ¡tiene afuera de su pantalón un tremendo pedazo de verga!, la sujeto entre mis dedos y lo empiezo a masturbar delicadamente para pasar inadvertida; él saca los tres dedos de mi vagina y me vuelve a meter uno en el culo, me pregunto nuevamente ¿por qué es tan ágil?, me lo mete y lo saca con muchísima fuerza, siento que algo escurre entre mi ano y su dedo, imagino lo que puede ser, a él parece excitarlo sobremanera porque incrementa la fuerza y me duele. Alcanzo a ver que faltan dos estaciones para nuestro destino, acelero el movimiento de mi mano sobre el glande de su ancho falo y a la vez sigo acariciando el de mi esposo suavemente, siento las contracciones del sujeto, intenta meterme un dedo más en el culo, pero falla y yo no puedo hacer nada porque suceda, vuelve a meter el que tenía con violencia inaudita hasta el tope, me muerdo los labios para no gritar, un chorro de semen escurre por mi mano otro tanto se impregna en mi falda, mis piernas no me sostienen, jadeo en silencio, desfallezco sintiendo mi orgasmo y sus fluidos en mi mano, ¡quiero sorberlos, tragarlos! desvarío. Cuando el tren entra a la penúltima estación, el ya pide permiso para acercarse a la puerta, trato de acomodar mi falda, está mojada. Voltea a verme y me sonríe, huele su mano y me guiñe un ojo, me sonrojo, pero sigo bien pinche caliente y escurriendo por la vagina y el culo, me hace una seña como indicando con la mano un próximo encuentro, le contesto con una tenue sonrisa y entrecerrando los ojos, mi esposo no se percata, me limpio la mano en mi falda.

Suelo pensar que fue un sueño surrealista que sucedió en un tiempo ralentizado, pero cuando recuerdo siento un palpitar entre mis nalgas.

Ya fuera del metro y caminando por las calles, le digo a mi esposo de manera entre nerviosa y desesperada, por nuestro aniversario llévame a un hotel y cógeme, los regalos pueden esperar…    

3 comentarios:

  1. Maichú me encanta tu ortodoxia con el grupo de consonantes.

    Caietana

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  2. ¿Cuándo nos cantas Caietana?
    ¿Y las vocales participan?

    Besitos

    Camila

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