De los pies
Debo admitirlo, tengo una fijación estética y sensual (que no exactamente sexual) con los pies, un objeto de deseo que acepto ha llegado a convertirse en un fetiche, aunque cabe aclarar que la palabra no acaba de agradarme. Existen pies con figuras que transmiten armonía y belleza, y hay otros que transmiten un deseo, por el mismo control de la limpieza y belleza.
Debo admitirlo, tengo una fijación estética y sensual (que no exactamente sexual) con los pies, un objeto de deseo que acepto ha llegado a convertirse en un fetiche, aunque cabe aclarar que la palabra no acaba de agradarme. Existen pies con figuras que transmiten armonía y belleza, y hay otros que transmiten un deseo, por el mismo control de la limpieza y belleza.
Los de ella son hermosos, dedos con una consonancia estética que divulgan la sensación del perfecto equilibrio en eufonía con sus tobillos y que se va transmutando en deseo.
Los de él son simétricos, nítidos, pulcros que causan la admiración sensual como parte de un todo.
Me gusta ella cuando usa calzado que permite admirarlos, me gusta cuando camina descalza sobre las puntas y sus nalgas se mueven con cadencia.
Me gustan los de él cuando se entrelazan con los míos o recorre con ellos mis pantorrillas y me abraza por la espalda, cuando los aprisionó con mis piernas y rosan mi vagina.
Me gustan los míos porque se funden con los de ellos en caricias mutuas
Las manos son sorprendentes y mágicas, puedes crear; tocar; acariciar; construir; hacer y desahacer con ellas. La mano es lo que une a la mente con el mundo dice Carl Zimmer. Pero también estas mismas manos que pueden escribir grandes obras literarias, las que ensamblan maravillas mecánicas, electrónicas o bien crean y ejecutan hermosas piezas musicales, son las que prodigan espacios infinitos de placer a quien queremos y a nosotros mismos, aunque no nos queramos con la misma intensidad.
Las mías me gustan porque son de él y ahora también de ella.
Tienes algo de que aferrarte, de que sostenerte y eso es maravilloso. Otros no tenemos ya ni una inspiración, ni un suspiro de lo que fue un huracán.
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