lunes, 22 de mayo de 2023

La historia de la no historia

 

-Quiero verte coger con él, sólo verte, estar presente- Le escribí desde las vísceras porque la marea roja del enojo y los celos habían hecho presa de mí, he aprendido a controlar ese influjo enrojecido que cuando asoma a mis ojos indica que la razón se va a esconder.

Su respuesta fue realmente la que esperaba, de alguna manera eso habla bien de ella, -No busco redención con él, ni quiero follar con él- fue su respuesta, pero es más complejo que eso, dudo que lo entienda ella o él, a estás altura del partido me vale pito si ellos quieren o pueden redimirse, en su momento fue su historia y su decisión, pero a ella la considero mi amiga a pesar de todo.

Cuando yo supe que ella, que en ese momento no sabía que ella era ella, andaba con él, aunque moría de celos, nunca intenté nada sólo mantenerme al margen como durante muchos años lo hice. En algún momento me contactó, no recuerdo como fue, sólo que empezamos a tener un intercambio epistolar, que con el tiempo se fue haciendo más íntimo, ella vivía en otra ciudad, me empezó a contar de su vida, yo de la mía, le hablaba de él, de como lo había amado desde niña. Nos hicimos amigas, o al menos para mí lo era, tan parecida a mí me decía para mis adentros. Empezamos a participar ambas en un negocio, cachondeamos, nos aconsejamos, nos divertíamos, pero por azares de la vida dejamos de tener contacto sin saber cómo ni por qué. De pronto apareció y me dio un gusto enorme volver a saber de ella, en un vendaval de pensamientos imaginé verla, contarle de las vicisitudes y alegrías de mis días.

De manera insólita me confiesa que ella es el amor de él de aquellos tiempos, me ciega la revelación, no el hecho de que hayan estado juntos, yo lo sabía, esa es su historia, sino el hecho que me hayan tomado para jugar, si de eso se trataba me hubieran dicho y jugábamos todos.

No creo que lo entiendan, el verlos coger no era por morbo, era para sanar lo celos que me consumían cuando en aquellos tiempos los imaginaba juntos haciéndolo, era para verlo como una antípoda de lo que yo imaginaba y se convirtiera en lo natural de dos amantes; de un pasado que ya se fue, aunque la respuesta que esperaba fue la que se dio.

Él nunca comentó nada, ella se lo guardo por las mil razones que ahora me dio, lo entiendo y no. Él fue un cobarde para quedarse conmigo me dice, y quizás sí, toda historia como una moneda siempre tiene dos lados, yo conozco uno, pero como dice la Silvio “La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes, los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí.  Ni el recuerdo los puede salvar ni el mejor orador conjugar”. Yo no huí, me quedé a su lado porque quise, porque soy su eterna compañía lo sé desde siempre, la que lo cuidó cuando estaba enfermo, la que lo sostuvo cuando quebró su empresa, la que se pasó día y noche en el hospital cuando se accidentó en la motocicleta, la que respeta su silencio, la que toma a la par con él, con la que ríe...con la que llora.

Apenas despega el avión y me invade esa desazón que se convierte en angustia, me sucede cada vez que me alejo de la Ciudad de México, esto empezó cuando regrese al país para quedarme luego de varios años de vivir allende las fronteras, viví Holanda, en Alemania y por último en Atlanta, y cuando llegué juré y perjuré que nunca más viviría en otro lado, y desde entonces me invade la angustia cuando salgo, quizá mi inconsciente sienta que no vamos a regresar.

Ayer nos íbamos a despedir, quedamos de desayunar; enojada le hablé y le dije que no podía, que nos veíamos a mi regreso, lo escuché sorprendido, me preguntó si pasaba algo, le dije que no que sólo se me habían presentado cosas por arreglar antes de mi partida.

Ahora mientras miro las nubes, mi corazón se siente apachurrado, entiendo que todo lo que sucedió entre ellos es pasado, su trama, eso no me molesta, no me molestaría incluso que se vieran; me molesta el hecho que me pusieran inexistente, pero él nunca lo sabrá, eso creo yo.

Aquí son las 11:00 pm., en la ciudad de México las 12:00 de la noche, le marco y cuando oigo su voz cuelgo, me da coraje ser tan niña, inmediatamente recibo un mensaje -¿pasa algo, te enojaste por alguna causa?- llega un segundo mensaje, muy a su manera es un pedazo de canción.

— Mira:

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja
fría cuando te marchas.
Y he blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.

— Ganaron las Chivas, pero te extraño.

 

Me invade la letra de otra canción:

Esta noche no voy a rogarte,
esta noche te vas de a deveras.
que difícil tener que dejarte
sin que sienta que ya no me quieras.

12:30 am. San Francisco, sólo quedamos 4 personas en el café.

Una historia no acaba porque se ponga la palabra fin.

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