martes, 23 de mayo de 2023

Historia 4 "E" ... (Quinta parte)

“El semen es alcalino, es decir, tiene un PH alto; mientras que, la secreción vaginal es ácida o de PH bajo. Cuando ambos fluidos sexuales se combinan crean una sustancia viscosa con propiedades totalmente químicas y que se puede percibir a través del olor.”

Un pensamiento inestable que me toma entre estertores y pujidos. Lo tengo perfectamente ensartado a mi ano; sostenida con ambas manos en la pared, mi cara presionada contra el muro, las piernas flexionadas y las nalgas paradas para que él pueda deslizar con facilidad su miembro a todo lo largo y ancho de mi recto. Me resopla en el oído ásperamente en cada colisión de su vientre con mis nalgas. Mi culo se ha ido acostumbrado, en el devenir de los días que hemos copulado, a su enorme y circuncisa verga, pero aún así se siente colosal cuando entra y sale. Siento la humedad que escurre desde las entrañas de mi orificio anal, cuando acomete contraigo el conducto para oprimirle el enorme miembro, la sensación de apretársela y embarrarla es exquisita. Sus movimientos son sincopados y cada vez siento más viscosidad saliendo de mí, impregnándolo a él.

— Hazte un poco para atrás, pero no te salgas. —le digo mientras me empujo de espaldas hacia él con las manos recargadas en la pared. —Siéntate en la cama.

Se sienta y yo pegada con su verga dentro me siento de espaldas encima de él. Ahora soy yo la que tiene la libertad de movimiento, hago que mi culo se engulla la deliciosa verga con sentones acompasados y vigorosos. 

Huele a los fluidos de cada uno y también mezclados, batidos, huele a saliva y a sudor. Huele a ventanas empañadas y al aire pesado de las respiraciones agitadas. Huele a babas, humedad, bocas, vagina, verga, culos, deseo y gemidos, a impronta de secreciones en mis nalgas. A eso huele el sexo, no a pudor, ni a menta, ni a lavanda.

Los mensajes de manera espontánea e irreflexiva pasaron de ser cordiales invitaciones a textos provocadores hasta convertirse en completamente sexuales y sucios.

Por la tarde recibí un mensaje suyo mientras atendía una cita con un paciente: “amanecí pensando en ti y con ganas de lamer entre tus nalgas”, le contesté media hora después que terminé la consulta; “Son tuyas, ven por ellas para que las abras. quiero mamarte el pito”. No volví a ver el celular hasta que iba de camino a casa, “Nos vemos a las 8:00 pm.”, “ok para cenar porque no he comido, en el restaurante de la última vez”. En casa me di un baño y me cambié, les dije a mis hijos que tenía una cena con el comité médico y llegaría un poco tarde.

Llegué al lugar 15 min antes de lo acordado, el chico que me atendió me llevó a una mesa cerca de los ventanales del restaurante, me apartó la silla para sentarme y me preguntó si quería ordenar o esperaba a alguien, le dije que esperaba, que sólo me llevara un vaso con agua. Me percaté que al sentarme y cruzar las piernas no pudo evitar dirigir su mirada hacia ellas, al darse cuenta de que lo noté, desvió la mirada y se retiró. En lo que volvía subí un poco mi vestido, cambié de posición la pierna para la que quedaba de su lado quedará más visible y pudiera ver mejor. Cuando regresó colocó el vaso de agua en la mesa y nervioso volteo nuevamente a mirar mis piernas. Me preguntó qué cuantas personas serían y se volvió a ir, regresó con los servicios y disimuladamente me miraba, un plato se le resbaló un poco sobre la mesa.

— ¿Te gusta lo que ves?

— Peer-dón

— ¿Qué si te gustan mis piernas?

— Diis-cúl-peme Señora no ha sido mi inteciión —tartamudeó

— No te preocupes, todo está bien —rápidamente se fue y no volvió hasta que llegó F.

Mientras nos tomaba la orden sus ojos subrepticiamente se desviaron hacía mis piernas, lo cual me causó gracia; pero también morbo y excitación.

Terminamos de cenar y F apresuró a que nos retiráramos, me comentó que andaba muy caliente ya. Pagó la cuenta y se levantó al sanitario, el chico que nos atendió regresó en ese instante con la nota de pago del consumo. Al estar cerca de la mesa sin poder evitarlo su mirada se insertó en mis piernas, le sonreí y se retiró nervioso al tiempo que F ya estaba parado a un lado de la mesa.

Nos saluda el administrador del hotel amablemente, ya nos conoce, me sonríe.

— Esta libre la misma habitación, quiere esa —dirigiéndose a mí.

— Si perfecto —Le devuelvo la sonrisa

Me gustan sus besos húmedos mientras me toma por la cintura y me presiona contra su cuerpo, cuando coloca sus manos en mis nalgas y las acaricia para después nuevamente presionar hacia él, me gusta sentir su erección en mi bajo vientre mientras su lengua juega con la mía, él de puntas y yo con las piernas un poco dobladas. Desabotona mi blusa y mis senos se asoman, sin nada que los sostenga, fuera de ella, ahora sus manos acarician mi espalda mientras se pega a ellos; los lame; los mama; los muerde y vuelve a bajar sus manos a mis nalgas. Me voltea y recarga en el muro, me baja los calzones y los quita.

— Amor te la voy a meter por el culo, ¿quieres que te ponga lubricante, traes? —me dice ya jadeando y sin pedir consentimiento, recargado en mi mientras sostiene mis manos con las suyas contra la pared.

— Inténtalo así, pero si te digo que pares me haces caso —me descalzo, inclino mis rodillas y separo mi cintura de muro, siento el primer intento por entrar, empuja y se mantiene, el segundo intento penetra un poco más, sin siquiera retroceder un milímetro lo va hundiendo hasta que llega al tope. No se como mi ano puede ya dilatarse de esta manera tan inverosímil, una vez que logra penetrarme totalmente el vaivén con la verga adentro y su vientre golpeando en mis nalgas da paso a los sonidos y olores del total goce sensual.

— ¡Plaf, plaf!, así mi cielo no dejes de moverte, sácame todo, anda, ¡chap, chap, chap! —suenan ya los choques junto con las secreciones.

Sentada ya en él y devorando la totalidad de su verga con mi culo su esperma me llena completamente y escurre.

— ¡Chas, chas! ¡Ahhh! ¡Ah, Auch, Humm, Ugh!, no la saques cabrón dame más.

Recostados en la cama, beso su cuello mientras el acaricia mis senos tiernamente.

— Mi esposo llega pasado mañana, por favor no me vayas a hablar ni a mandar mensajes hasta que yo te lo indique. Ahora lávate el pene, pero bien, quiero que eyacules dentro de mi vagina, quiero llegar a mi casa escurriendo de ti y con los calzones mojados.     

1 comentario:

  1. Los pecados se comenten de palabra, obra y omisión. Maité: "te quiero pecadora como tus defectos, no quiero más de ti de lo que me merezco"

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