martes, 27 de septiembre de 2022

Ausencias

- Sus ausencias son saladas, sin embargo, luego aparece y se enmiendan con los encuentros dulces, a veces creo que no sabe quedarse, pero tampoco sabe fallar. Ausencias no sólo de distancia-tiempo, sino que incluyamos también las de distancia-mente que son muy cabronas, pero igual de éstas regresa.

- Me gusta verlo llegar con su sonrisa, su desfachatez, sus olvidos, sus descuidos, su ingenuidad y malicia, su don de gente, su cachondez y morbosidad.

- Me gusta cuando cita canciones o refranes para aderezar sus pláticas; cuando cuenta sus historias, cuando canta las canciones de “antaño”; cuando me coge, cuando te coge, cuando nos lo cogemos.

- Suele suceder que a veces creemos que, porque estamos con algún estado de ánimo los demás lo van a sentir igual, o se van a percatar de nuestra situación, como por ejemplo si una canción, un poema, un recuerdo te pone sensible, nostálgica y los compartes, crees que van a estar en sintonía contigo y ni madres, “no con cualquiera se disfruta”. Con él es fácil o al menos así te lo hace sentir.

- No nos pertenecemos ni a nosotros mismos, pero por lo mismos creo que podemos crear la eternidad a partir de lo efímero del día a día, mientras dure, pero cuando se haya ido igual estará…

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A pesar de que su corte de pelo es de niño ahora se ha rapado el lado derecho y hasta la parte media de la nuca verticalmente; es muy linda, se ve elegante con sus aretes largos y enfundada en su falda negra con los tacones medianos que suele usar.

Hay que comer sabroso,
Hay que abrazar como oso.
Si no lo estás viviendo,
Es que eres bien baboso.
La vida tiene piernas,
Hay que vivir entre ellas.
Hay que habitar el tiempo,
Hay que vivir despiertos.

La tengo entre mis piernas, es una delicia sentir sus labios pegados a los de mi vagina y su lengua entrando y saliendo a placer. Sonrío cuando la canción de Enrique Quezada viene a mi cabeza mientras ella me chupa con arrebato. Me seduce la imagen de su boca batida entre mis líquidos y su saliva.

- Me encanta el olor de tu vagina Maité.

No puede decir más, apenas termina la frase y él la penetra, aunque despacio lo hace con fuerza, misma que siento cuando presiona su boca, por el impulso, contra mi vulva; un leve gemido de ella precede a la acción. La sincronía es maravillosa, ella no deja de chuparme, sin embargo, a cada empellón de él ella mete su lengua lamiendo mi interior, la cual luego saca y da besos a mis labios vaginales lamiendo su exterior.

- Mételo por el ano – voltea y le dice, él lo saca y lo acomoda entre sus nalgas, con movimientos ágiles la penetra sin lastimarla. Cuando la tiene adentro siento que ella se sofoca, se retira un instante de mi vagina y jala aire, entrecierra los ojos esperando el ir y venir que la vuelve loca.

Su vagina tiene el sabor del sol de la tarde cuando tomo limonada en el jardín y me envuelve el olor de los crisantemos; su olor es suave como un perfume dulce; me encanta besarla, sorberla, lamerla.

Ahora soy yo la que siente su miembro penetrándome, evoco su sabor y conjeturo la combinación con el que paladeo de I.

“Por suerte cuando soñamos vuelven todos, los que todavía son y los que fueron. Y abrazamos fantasmas, almas en pena y almas en gloria. Ellos nos cuentan su impiadosa sobrevida, aunque, eso sí, marcando siempre su territorio, que es sólo invierno”.

Mario Bennedetti

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