A mí me fascina del cuerpo de los hombres su
denuedo, ese ímpetu que sólo se manifiesta con la desnudez y no con la coraza
con que suelen cubrirse, me encantan los brazos y el dorso, me gusta verlos
caminar desnudos, es una imagen perfecta. De las mujeres me deleita el
encuentro de sus aristas con las sucesiones (y asociaciones) de formas y la
manera suave en que de éstas surge el encanto geométrico. La primera vez que
estuve con una mujer quedé extasiada de recorrer todos los laberintos de su
cuerpo, aunque el final no fue muy bueno ya que nos sorprendió mi hermana, era
una amiga de ella. Tengo una especie de fijación, me gustan todo tipo de
mujeres, pero las gorditas me excitan sobremanera, en mis momentos cachondos me
gusta ver películas porno de gorditas. Otra animalia psicopatológica que me
llega es que cuando estoy con un hombre que no sea AJ siento que le estoy
siendo infiel, pero lo mismo no me causaba problema con D mi expareja, y por
eso muchas veces prefiero los encuentros sexosos con mujeres, bueno esa es mi
justificación, el silogismo del pretexto.
En mi familia cuando les dije que me gustaban las
mujeres, después de que mi hermana me encontró con su amiga, pensaban que
estaba loca de atar, ahora lo han asimilado, pero le decía a mi madre, en aquel entonces, que un día
no se espantara si en lugar de andar o estar con un hombre lo hacía con una
mujer. Al final no sé si pudiera llevar una vida con alguien de mi propio
sexo, la verdad es que me encantan los hombres ¿una fijación del falo?, pues eso
diría Freud.
¿Cómo haces cuando rompes con una mujer, antes de
tener en la cabeza la inspiración? no sé de qué manera llamar a este asunto de
unir, tristeza, nostalgia, gratitud, enojo, que da para escribirles y
dedicarles escritos, borracheras, poemas, para sobrellevar ese pequeño o grande
duelo, quizás no por la persona sino por el instante de la ruptura
Cuando vivía en Holanda tenía un par de amigos
gays, un buen día ellos me presentaron a un chico también gay, era guapo, pero
más que nada era interesante, había estudiado pintura y escribía dos que tres
cosas. De plática amena, conocedor de la buena comida, cocinaba de maravilla, pasábamos
horas platicando, él me contaba de pintura yo le hablaba de México. Al paso de
las semanas nos hicimos novios, yo no estaba segura pues cuando estábamos juntos
me decía una y mil cosas de los chicos que veía caminar o pasar a nuestro lado,
la primera noche juntos me confesó que nunca había estado con una mujer, sólo
con hombres y que le gustaba ser pasivo, me sentí como maestra de jardín de
niños. Vivimos un tiempo juntos, escasos 30 días, en los cuales se perdió el
encanto, y las tardes de plática; sus manías y el hablar a todas horas de los
hombres que le gustaban, o consideraba guapos desgastaron lo que en un
principio se dio. Un día me dijo que le había gustado un tipo que conoció en
una biblioteca, le guardé sus cosas y por la tarde le dije que se fuera a
conquistar al bibliotecario...me preparó una pasta, compró una botella de vino,
me dejó la mesa arreglada con una nota que decía "Gracias por ser la
primera y única mujer en mi vida...".
El primer hombre del que me sentí enamorada
realmente, aparte de AJ, y por el cual lloré, fue un chico al cual conocí en mi
primer trabajo, yo sentía que era la protagonista de un cuento de hadas y que
por su amor podría dar la vida y cosas de esas que ya saben cómo se dan,
siempre estaba yo atenta a él, a sus gustos, aunque ni mínimamente fueran los
míos. Un día me regaló una rosa, y en esa misma semana lo encontré en su auto
con mi compañera de trabajo, no le reclamé, ni dije nada, sólo al día siguiente
que llegó a buscarme le dije “vete a la chingada”. Renuncié al trabajo y me
dije que jamás iba a volver llorar ningún pendejo; así que como sólo sería esa
vez lloré a mares, se me acabaron las lágrimas; nunca más lo he hecho, la rosa que me regaló
por algún motivo se puso negra y tiesa, para recordar que no debía volver a pasarme
algo similar me la tatué en el vientre…
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