…Nada es fácil. Pero así es la vida. Yo me esforcé 41 años, con buenos resultados, ¿pa’ qué más que la verdad? Pero siempre había algo que faltaba. O estaba de más… Pero al final, no sé cómo explicarlo bien… Ahora ya soy medio bruto. Pero, me refiero a cosas como querer un mejor coche... O el servicio de tele por cable.
Te rompes la madre trabajando y por estar haciéndolo, nomás pagas a lo güey esa facturita que llega puntual todos los meses, aunque tu ni siquiera hayas visto la tele, ni apagada, jajaja… O sea, que llegas tan cansado a tu casa, que no volteas siquiera a ver el mueble donde está la tele, ya no digas encenderla… El servicio de tele por cable, estaba de más.
Y lo más gracioso es que nunca, nunca, a pesar de mis esfuerzos, pude comprarme el coche de mis sueños… Gracioso ahora… jodido cuando estaba inmerso en esa locura de competitividad, mercados cerrados y cosas de esas.
Siempre, algo sucedía, que no llegué.
Traía buenos carros, claro. Me acerqué bastante…
Ahora, ando en el mejor transporte: una bici… una, a la que acabo de joderle los rayos de la llanta trasera. En otro tiempo, tendría que trabajar bien duro, muchas horas extras para pagar una reparación...
Hoy, si vendo 2 ó 3 dibujos, tendré para comer y eso me deja satisfecho. No necesito más. En tanto no me pille diario la lluvia, la bici puede esperar. Y yo, aunque mojado, llego a un cuartito limpio, con eso me conformo… y me gusta mojarme con la lluvia, claro, pero, supongo, a nadie le gusta estar mojado todos los días… Por eso pido que no me pille diario la lluvia…
Y mis dibujos sí se venden… gente como usted. Señitos que vienen con sus hijos y se quedan viendo mis pinturas, luego de un par de vueltas, regresan a comprarlas. No siempre, claro. Por eso digo que nada es fácil.
Creo más bien que me conformo con más poquito… o con menos que nunca.
Tengo mis gastos, claro… como todo el mundo. Así es la vida.
La gente me pregunta, a veces, porque no parezco indigente… ¡¡y es que no lo soy!!
Digamos que, opté por vivir más ligero que antes. Pero si pierdo la pulcritud, que sea por trabajar… o por pintar, que es lo que más me gusta.
Tampoco pretendo dar cátedra de esto, pero los “artistas callejeros”, como rimbombantemente se hacen llamar, son hasta brutos. La gente se acerca menos, si uno está mugroso. Entra la desconfianza, pues… ¿Y como no, con los días que vivimos?
¡Ah!, cuando hablo de “trabajar” me refiero a ganarme unos pesos. Ya no estoy encerrado horas enteras en una oficina… ni tratando de convencer a nadie, de nada. Pero eso es lo que estoy haciendo ahora, trabajando.
Después de dejar “Espacio y Estilo”, estuve haciendo proyecciones por mi cuenta. Algo me iba bien. A veces, aún lo hago, aunque cada vez menos… Hay clientes que no se espantan porque uno no tenga una oficina bonita, alfombrada. Pero no muchos… el otro día, tuve que recurrir a un cuate, para que me prestara su despacho y fingir… Como a los dos días de cerrado el trato, lo desbaraté… Tuve que confesarle al cliente que no era mi oficina, que no eran mis equipos. Quizá nunca se hubiera dado cuenta, pero mi consciencia no estaba tranquila… ¿sabe usted que en la ciudad de Tecate, en Baja California, hay cámaras por todos lados? Ahí la gente se cuida de hacer las cosas mal, porque esas camaritas todo lo captan y hay unas multas fuertes por casi todo… Yo creo que la humanidad, toda, debería actuar por convicción y no porque nos castiguen… Al menos, yo lo intento. Diario y haga lo que haga… Creo que hasta para no hacer, debe ser uno integro y cabal… Faltan muchos Pepes Grillos, “camaritas”, pero dentro de uno mismo, ¿no cree usted?
¡Bueno!, el caso es que ahora, cuando no estoy aquí, es que me contrataron para alguna fiesta infantil. Y ahí me divierto mucho más, además de ganarme mis pesos.
Tengo mi casa… aquí en la Portales. De esas tan viejitas que las paredes no soportan un clavo más, si no quiere uno que se le caigan completas…
Más bien, esa es mi casa, pero lo que ocupo ahora es apenas un cuartito, subdivido, para hacerle espacio a una cocinita, un comedor y un montón de tapetes y cojines, que hacen las veces de sala y recámara… Con cubrir lo de la luz, el agua y el gas, tengo todas las comodidades.
No soportaría no poder leer mis libros, que aún conservo, disfrutando de un café caliente… aunque no puedo hacerlo siempre… O quizá por lo mismo, es que lo disfruto tanto.
Lo demás de la casa, lo habitan unos sobrinos que me ayudan a darle su manita, de cuando en cuando…
No tuve hijos. Enviudé a los 59. Hoy tengo 64… la otra edad mágica. La primera, se entiende, son los 33, los años de Cristo. Ahora estoy en los entonados, añoradamente por The Beatles… Cuando Silvia, mi esposa, vivía, tenía mis responsabilidades. De alguna manera, cuando ella murió, me liberé de ellas… de las responsabilidades, me refiero…
Hubo un tiempo en que me dio por tomar… Alcohol, pues… porque “de tomar”, tomo de todo y de siempre, jajaja… Pero, como el dinero ya no iba a ser tanto, dejé las chelas, pa’ cuando de verdad me supieran rico y no a dolor… al dolor de saber que tenía que seguir sin ella. Pero más ligero, vuelvo a repetir. Me dolió mucho perderla. Pero todavía me quedaba alguien. Yo mero, claro…
De todo esto, sólo Dios es el responsable. Yo creo que él me inspiró a decidir, casi sin darme cuenta… nomás pasó.
Pero, cuando pasó, entonces yo dirigí mis pasos. Y desde entonces, no caigo en los excesos, en las cosas fáciles. Aunque con frecuencia es bien difícil no caer en la tentación, porque, pues usted comprenderá que andando en esto, lo mío, es la vagancia… Pero siempre me obligo a llegar a mi cuartito, a bañarme diario, lavar mi ropa y a comer en una mesa bien puesta.
¿Cuántos años más cree que Dios me preste? Quizá no muchos… Pero hay que llevarlos bien puestos, si es que decidí seguir por estas. Pa’ no perder la sensación de que se es humano… Eso es lo que pienso, pues…
Mire, ya terminé el dibujo… usted me pidió un paisaje boscoso. Yo le regalo los pegasos y la luna llena.
Gracias por la platica… eso también hace falta, pa’ no dejar de ser humano. Gente, vaya… Pero no cualquiera se presta… Quizá también por eso es que quiero seguir ligero, señito… porque no cualquiera se presta, pero tampoco no con cualquiera se disfruta…
La vida siempre es difícil y a veces hasta aplastante, pero cuándo se entiende que es lo que realmente necesitás para ser feliz a veces es demasiado tarde.
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