13:21
Paredes altas, de quizás, 2 y medio metros… tal vez 3, comunican una galera de la otra, con apenas unos barrotes de 10 o 12 centímetros, al techo, muy juntos, tanto, que no es posible pase fácilmente una mano.
No hay miedo, no hay nervios… ¡que curioso!, sólo un poco de molestia y eso si, mucha contrariedad…
Me envuelve la frialdad de unas paredes, que alguna vez debieron ser blancas. De un blanco, sin embargo, manchado en si mismo, desde sus inicios…
La pestilencia que llega, inclusive al pasillo principal, aturde mis sentidos y solo pienso en mantenerme lo suficientemente alejada de todo. Siento nauseas y asco…
-¿Por qué estas aquí, amiga?, ¿por qué te trajeron?
La voz parece amigable… ¿amigable? ¿Será posible, en esas condiciones? ¿Y… cómo debo reaccionar? ¿Qué es lo mejor –o menos peor- en estos casos?
-Dime… ¿por qué te trajeron? Yo te platico primero, si quieres… Ayer en la tarde, estaba jugando fut, pero mis amigos estaban tomando. Cuando llego la patrulla, todos corrieron. Yo no. Ellos traían chelas y tequila. Yo no, porque entro a trabajar a las 8 y pues, no podía llegar briago. Ni con aliento, pues… Pero me trajeron. Aquí pase la noche. Pero no es la primera. Tampoco voy a decirte que ya me acostumbre, pues, pero estoy chavo y a veces hago pendejadas y he estado ya aquí. Pero hoy no hice nada… ¿Dime, por qué te trajeron? ¿Cómo te llamas? Tú te ves linda, educada y decente para estar aquí… ¿No vas a platicar conmigo? Órale, no soy mala onda y no sabemos cuanto tiempo vas a estar aquí… ¿por qué no platicar un rato, no?
Y yo escuchando, tratando de contener la carcajada, pensando en tus palabras: “Las cosas pasan por algo…”. Quisiera hablarte por teléfono y platicarte y preguntarte: ¿por qué debo pasar por esto?
Y, más garrapateado que escrito, en la pared del fondo, me encuentro la oración: “Dios, dame fuerzas…”. Contengo lo mas que puedo la respiración, me acerco y le tomo una foto, con el celular…
Caigo en la cuenta, entonces, que simplemente me pasaron. No me despojaron de nada, como hicieron con mi amigo. El tuvo que dejar cinturón, llaves y celular en las repisas de la entrada.
Yo tengo todo lo mío, excepto mi identificación, que se quedó el secretario del MP, para levantar el acta.
Y aquella voz continúa con sus preguntas:
-Ándaleeeeee, ¿dime por lo menos cómo te llamas?
-Tengo un nombre difícil y muy raro, me animo a decir, levantando un poco la cabeza, hacia donde viene la voz, entre esos barrotes que apenas me dejan ver un rostro.
-Ahhhh, tienes la voz bien linda… déjame adivinar: dijistes difícil y raro, verda?… tons, te llamas Pancracia, Filomena, o Juana… Juana si me gusta pa’ ti, neta… Pero debes ser algo así como Vanesa o Yamil… No, no tienes cara de eso… nunca le voy a atinar, verda?
-No, creo que no- le respondo sonriendo francamente.
-Bueno, yo me llamo José. Y como no me vas a decir el tuyo, voy a ponerte Linda, por tu cara y tu voz. Te diría Preciosa, pero ese nombre no existe… ¿Te late Linda?
-Ándale, pues- digo ya divertida.
-¿Cuántos gueyes hay en la primera, vistes??
-Si, 3, contando a mi compañero de andanzas…
-¡Órale!, pos en que trabajan, porque los trajeron?
Yo sonrió y no contesto… esa pregunta me la vengo haciendo desde que nos interceptaron, nos subieron a la patrulla y nos llevaron a la delegación, en el Municipio de Naucalpan...
-¿No creo que seas así siempre, verda? Se me hace que estas enmuinada o nerviosa. Yo estoy aquí con un güey, que tiene rato jetón. Ayer, cuando llegue, salieron 3 cabrones, que todavía estaban pedos… Perdón, Linda, ¿no te molesta que hable con groserías?
Sonrió, levantando la vista y le pregunto:
-¿Vas a dejar de hacerlo?
-¿Qué? ¿Hablar con groserías? Pos lo intento, si quieres… nomás tienes que pedirlo…
-Preferiría…
-Ora, ya está… mira, voy a cantarte una canción, pero me voy a bajar de aquí, porque esta reteincómodo.
Y la voz, bien entonada, se pierde un poco.
-Quédate sentada ahí, sólo para que mis ojos te contemplen. Deja que mi ser, se llene de tu aroma… No tienes nada más que hacer, así que permíteme llenar con mis canciones las horas…
¿Julio Jaramillo?, me parece conocer la tonada, pero no, creo que no…
Y sonrió dándole la espalda a la pared donde lo adivino, levantando el cuello, para que llegue más clara la voz hasta mí.
Tratando de adivinar la canción, recordando autores… ¿¿Qué hago yo, pensando en eso, cuando estoy metida en un separo?..pienso
en ti, ayer estuviste en mi cama, estuvimos, con ella.
La canción termina y vuelve a treparse por las rejas y a asomarse por entre los pequeños barrotes de la pared.
-¿Te gustó, Linda?
-Si, si me gustó…
-¿No canto tan mal, verda? Eso dice mi chava… a ella le gusta que le cante.
-Si, cantas bien, José.
-Dicen que los sueños, llega un día que se acaban, pero yo quiero cantar en los bares, en los restaurantes. Pero como tengo mis tatuajes, no me dan chance… ¿tú no conoces a alguien, pa’ que me conectes?
-No, no tengo, lo siento…
-Chaaaaaleeee, que bonito lo que dices… “lo siento”, me sonó a buena onda de tu parte. Te digo que eres linda..
Yo quiero agradecerle, pero no me animo. Me parece un tanto fuera de lugar, estar recibiendo piropos en esas condiciones y en ese lugar. Y también se asoma a mis pensamientos, por breve lapso, por “ese tipo”…
Y vuelvo a pensar en ponerte un mensaje y platicarte… o tomarme en serio, bajo ese escenario, aquello de que Dios esta conmigo siempre… porque, por momentos, creo que hoy esta mas pendiente del tráfico, del perro que trata de cruzar el periférico… Y me doy cuenta que es renegar. Y vuelvo a sonreír. Por mis propios y poco lógicos pensamientos y mejor aún, porque, hasta ahora, no me siento sino incomoda, pero no molesta, no nerviosa, no sola.
-¿José y cuando sales?, grito un poco para que me escuche, pues ya no esta asomado entre los barrotes…
Vuelve a aparecer, sonriente.
-Hoy, después de las 9 de la noche… debo cumplir 24 horas de arresto administrativo. Si tuviera varo, ya me hubiera ido, pero me piden 960 pesos… lo que gano en una semana, Linda. Chaaaaaleeee y te digo, por güey de no haber corrido, jajaja…
-Jajaja… ni hablar.
-Chaaaaaleeee, hasta tu risa es linda… ¿ya me vas a decir por qué te trajeron?
-Jajaja… estaba trabajando y, no sabíamos, pero para la zona donde estábamos descargando, necesitamos un permiso.
- Ah, tons, no hay bronca… ¿tú empresa te hace el paro, no?
-Pues mi empresa soy yo
-¿Sabes? Yo estudie solo hasta el segundo año de secundaria, pero me se requetebién la historia de Mexico. Completita. Me gusta leer, pero lo hago poco, por el varo. Y cuando no trabajaba, me iba a las bibliotecas los sábados… Claro que estaba mas chavo y era menos pendejo… perdón… ya quedamos, pero, pos bueno, me entendistes, no?
-Y me gustaría vestir de traje… cuando se lo dije a mi chava, se emocionó reteharto. Ella trabaja en una tienda, vendiendo cosméticos. Yo trabajo en una imprenta. Soy acomodador y sanador de “tipos”…
-Oyes… ¿y no traes cigarros? ¿Me vendes uno?
Abro mi cangurera y le estiro la cajetilla. Compruebo que, en efecto, no pasa fácilmente una mano, entre esos barrotes. El estira sus dedos y yo tengo que hacer varios intentos, parada de puntillas, hasta que al fin, el sujeta firme la cajetilla.
-¿Me lo vendes a varo? Aquí normalmente se venden a dos o hasta tres, pero no tengo lana… ¿andales, si?
-No, quédatelos todos…
-¿Neeeeetaaaa? Son un chorro. Ta casi nueva…
-De verdad, quédatelos todos…
-Gracias, Linda… lastima que son de menta… mentolados, pues…
Me río con una carcajada poco discreta, por su ocurrencia y estoy a punto de reclamarle: “A caballo regalado…”, pero en eso, se da cuenta y me dice:
-Que bestia me vi., chaaaaaleeee… mira, toma 5 varos. Se que no pagan ni la cajetilla ni la pendejada, pero es todo lo que traigo.
-No hace falta, José, de verdad. Y no hay problema… solo que me dio risa tu comentario…
Y justo en ese momento, viene una mujer policía y me dice:
-Pase a la caja, a liquidar su multa. Ya le tomaron la declaración al otro y ya todo esta arreglado.
¿Todo esta arreglado? ¿Todo? ¿Y mi tiempo? ¿Y mi molestia? ¿Y mi incomodidad? ¿Y haber pasado por esta experiencia, como lo “arreglaron”?
Pienso, mientras meneo la cabeza, con cierta resignación y, entonces si, coraje y enojo.
Pero sólo le regreso a ella su sonrisa hueca y agito la mano, a manera de despedida, sin voltear a verlo, cuando José me grita:
-Adios, Linda…oyeeeeeees, vas a ver que le voy a dar duro, porque verte así, me inspiro a estudiar de nuevo y alejarme de esos güeyes que se embriagan en la calle. Vas a ver que voy a llegar a cantar en un restaurante, vas a ver que…
Pero ya no puedo escucharlo. Ya estoy fundida en los brazos que me ofrece mi cuate, que me consuela “de algo”, por haber pasado por eso, pero en realidad, sinceramente, no lo veo necesario…
Y me doy cuenta entonces, que el reloj marca 13:44…
Pinches policías, al menos conociste al siguiente pepe pepe, jajaja saludos Maité!
ResponderBorrarSi mi niño, pinches policías :-)
ResponderBorrar¡Un beso!