jueves, 24 de agosto de 2023

Historia 5 "AS" (Segunda Parte)

 

Los amores coincididos en la distancia-tiempo, y qué como fantasmas aparecen y reviven entre los compartientes, no hablamos de la infidelidad permitida, sino de la unión del pasado con el presente porque el futuro no existe, son el catalizador de miles de historias vividas y por vivir…   

 

 

TLATELOLCO 2007 

 

II

 

Después del evento en el metro D me dejó esperando por él algunos días antes de enviarme una nueva misiva. Yo no me atreví a escribirle porque de alguna manera intuía que ahí pararía todo o pensaba que, después de eso me buscaría para conocernos. Yo no estaba lista; jamás me había pasado algo así o había sido infiel. Realmente no sabía cuál sería el siguiente movimiento, lo que si es que lo ansiaba y deseaba. Él sabía que me tenía así y lo pudo comprobar en mi piel y mi suspiro, cuando se acercó a mí en el Metro Centro Médico. 

 

No recuerdo bien si pasaron dos o tres días cuando escribió de nuevo. Su mensaje decía:

 

- Aún siento tu humedad en mis manos, ¿quieres continuar? -esperé en contestar. Estaba segura de que quería seguir, pero no sabía que contestar. Sólo atiné a decir:

 

- Si. 

 

- ¿Sí qué? -insistió.

 

- Si, lo deseo -Tardo 5 minutos en escribir. Lo siguiente fueron instrucciones, mismas que se repitieron en varias ocasiones. En ellas me decía a que restaurante en la Condesa debía ir, donde sentarme. Me indicaba el color la tanga que debía llevar y me decía en que momento debía sacarla, debía bajar ligeramente mis pantalones o enseñar las piernas o mis pompis.

 

Para ese tiempo él ya sabía que mi pareja AJ trabajaba en un edificio frente al mío y sabía que solíamos comer juntos por la zona. Después de algunas semanas lo comenzó a involucrar a él. Me indicaba como debía besarlo, donde debía poner mi lengua. En ese tiempo ambos teníamos 2 horas para comer y aprovechábamos para ir a coger a un motel cercano, después de las cosas que le hacía durante la comida esto detonada el deseo de ambos hubo semanas que íbamos todos los días. D lo sabía, pero creo nunca nos siguió. Supongo sus horarios eran más limitados. Me quedaba claro que vivía o trabajaba frente a mi edificio.  

 

También sabía que los viernes eran viernes de “Chente” una famosa cantina frente al mercado en la Condesa. Un día me dijo que iría, se sentaría en alguna mesa en una esquina y me observaría. Las instrucciones me las daría por mensaje ya en la cantina. Llegamos llevaba yo un vestido negro, lucía más desinhibida que de costumbre, sonriente y complaciente aún con la música ranchera o de tríos que solía llegar al lugar. AJ estaba encantado con mi actitud ya que eso, lo sabía, pronosticaba una cogida épica al regresar a casa. Comenzamos a beber, yo cerveza y AJ Ron como siempre. Platicábamos sobre política y estética Batelliana acaloradamente, él por necio que es y yo por la espera del anhelado mensaje. Llegó por fin y decía:

 

- Ve al baño y tómate una foto de tu vulva, luego mete unos dedos y vuelve a mandar otra foto.  -obedecí, desde antes del mensaje ya me encontraba completamente húmeda para él, abierta a sus caprichos. Regresé a la mesa y pensé que sería todo. Pero al paso de una hora volvió a escribir, dijo ve al baño quítate los calzones me los darás cuando salgas. Mi corazón comenzó a latir desbocado ¿lo vería de frente?, él iba a saber en cuanto yo me parara al baño. Tardé en hacerlo no sólo por los nervios si no porque también ya me encontraba un poco alcoholizada. Tomé valor y fui al baño el cual se encontraba lleno ya que una chica estaba vomitando dentro. Esperé, entré, me quité las bragas húmedas y las comprimí con el puño de mi mano. Aún recuerdo su olor. Lentamente abrí la puerta y tropecé con él, me miró con sus penetrantes ojos negros y me extendió la mano. Sin dejar de mirarlo fijamente entregué el botín. Bajé la mirada y regresé a la mesa con la cara pálida.

 

- Vamos a casa -dije. 

 

Salimos del lugar a tropezones, en el auto lleve la mano de AJ a mis piernas y vio mi desnudez. No me interrogó, sólo comenzó a besarme apasionadamente y a meter sus dedos en mí. Empañamos el auto y volví a decir.

 

- Vamos a casa… 

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