miércoles, 16 de agosto de 2023

De ensoñaciones y otros cuentos

 

“Ni los espíritus distinguidos logran separar el erotismo de la pornografía; no han observado que el erotismo reina cuando puede ser sugestión o alusión, y llegar incluso hasta la obsesión; cuando el sexo se descubre como obsceno y no simbólico, es decir decorativo, entramos en el mundo cerrado y tristemente limitado de la pornografía. Otros espíritus no menos distinguidos, confunden erotismo y amor, con el pretexto de que la etimología de erotismo contiene la raíz eros…” Lo Duca

 

La pregunta la tomó la sorpresa.

— ¿Alguna vez te acostaste con él? —se me quedó mirando, abriendo los ojos desmesuradamente y con cara de desconcertada.

— Estás loca Maité, si es mi amigo entrañable y lo sabes no preguntes mamadas —su rostro se relajó y soltó una carcajada — ¡estás bien pendeja me cae!

— ¿Tampoco nunca se te antojo ni mínimamente?, convivieron mucho y trabajaron juntos varios años.

— Pues no, la verdad es que el cariño, las complicidades, convivencias dieron lugar a una gran amistad.

— A ver húrgale en tu inconsciente —para entonces ya apurábamos la segunda copa de tequila.  

— Que pinche necia y loca estás hoy jajaja, pues la verdad una vez cuando trabajamos juntos, yo creo que yo andaba hormonal porque cuando él llegó a la oficina y me fue a saludar su aroma me incitó pensamientos impúdicos, pero no sólo ese momento sino todo el día anduve fantaseando, que se diera cuenta, que me invitará a algún lado al salir, la verdad si estuve muy excitada, pero pasó ese día y ahí quedó el episodio, ¿satisfecha?

Llegamos temprano al restaurante, la cita era a las 7:00 pm, así que aprovechamos para pedir un trago mientras él llegaba, la cena era por mi cumpleaños y quedamos que sólo los tres, ni el esposo de mi hermana, ni mi hermano, ni los hijos de ambos.

Llegó puntual, después de los saludos le pedí su clásico ron y nos dispusimos a ordenar. La cena transcurrió entre anécdotas desde que él y mi hermana se conocieron siendo unos adolescentes, sobre los viajes donde ya participaba yo, las fiestas y borracheras que se hacían en el departamento un piso abajo donde vive mi hermana, y que estaba destinado para esos efectos desde que mi papá construyó el edificio. Después de la cena seguimos bebiendo y ya mi hermana se encontraba bastante achispada, él otro tanto, aunque con más control.

— Oye hermana no puedo llegar así a mi casa, yo creo que me tengo que quedar en la tuya, deja avisar. 

Me pareció perfecto, los tres la seguiríamos en mi casa.

— Si está bien J, avisa y nos vamos a la casa a seguirla, y ahí nos quedamos los tres

— ¿Juntitos? Jajaja —preguntó mi hermana con voz pastosa por el alcohol, soltamos la carcajada.

En casa preparé tragos, unos entremeses y volvimos a las anécdotas, la risa no nos daba descanso, hasta que extenuados nos quedamos uno minutos en silencio, mi hermana que estaba sentada en el sofá entrecerró los ojos, él y yo nos encontrábamos en el sillón más pequeño. Se le había subido el vestido dejando ver sus aún bien formadas y blancas piernas, lo noté absorto observándoselas con detenimiento.

— ¿Te gustan?

— ¿A qué te refieres?

— No te hagas güey, las piernas de mi hermana que no dejas de mirar.

— Si, las tiene bonitas, se ve bien, así como está sentada.

— ¿Se las quieres acariciar?

— Cómo crees estás loca, me anda agarrando a madrazos.

— Pero vale la pena el intento ¿no?, anímate yo te doy permiso

— NO, como dice ella estás bien zafada

Lo tomé de la mano y lo llevé hacia donde estaba ella, se sentó a su lado y yo a la izquierda de él.

—¡Anda!

Empezó a acariciar sus piernas, yo pensaba que ella reaccionaria quitándolo, abrió los ojos y se quedó quieta mirándolo, pero se dejó hacer, así que él las empezó a tocar con menos timidez acariciando y subiendo por la entrepierna hasta la ingle, mientras yo forcejeaba con su zipper para bajarlo. Cuando alcé la vista ya se besaban y le acariciaba los senos por encima del vestido, volví a mi tarea y cuando volví a mirar ya estaban fuera, blancos, turgentes, grandes, pude admirar su aureola perfectamente formada alrededor de los rosados pezones, el vestido ya estaba hecho un nudo de tela en la cintura de ellá, había abierto las piernas la mano de él frotaba la tela de su calzón contra su vagina, la escena era muy incitante.

Por fin pude liberar su miembro y se lo empecé a mamar mientras el hacía lo propio con sus senos, debo decir que los pechos de mi hermana son grandes y ahora sé siguen firmes y bien puestos, mientras chupaba su verga alcanzaba a ver como se comía sus pezones y como ella se perdía en un mar de gemidos y gritos, ahí supe que era muy ruidosa para coger.

— Quítale los calzones y métele los dedos —le ordené, lo cual hizo y quitó también el vestido que se enredaba en su cintura, ella estaba completamente mojada, batida, así que le dije que le metiera toda la mano, cinco dedos entraron con facilidad hasta el borde de la palma, ella ya no gemía, daba alaridos cuando los temblores dieron paso un largo squirt que jadeando  escandalosamente dejaba fluir; pasaron algunos minutos y le quité completamente el pantalón.

—Ven hermana, híncate aquí conmigo, vas a hacer lo querías aquella ocasión, cómetela y mámala. —la empezó a chupar sin contemplación.

— ¡Que rica la tienes, me encanta comérmela! —decía ella balbuceando con la boca llena, la tomé por la cabeza con mis dos manos y la empuje hasta que se la comió completamente, repitiéndolo hasta que las arcadas se hicieron presentes. Se sentó en el piso a un lado del sofá con los ojos llorosos, me monté en él dándole la espalda y me metí todo su miembro, yo empecé a subir y bajar sobre él.

— No te vayas a venir, todavía se la tienes que meter a mi hermana —estaba super excitada por ver a mi hermana completamente desnuda manoseada por él, que muy rápido me llegó un intenso y largo orgasmo mientras desde atrás me presionaba los senos y pellizcaba los pezones.

Mi hermana ya se encontraba sentada nuevamente en el sofá a un lado de él y ahora yo me senté a su lado, se empezaron a besar, otra vez los dedos de él husmeando en su vagina, dejaba de besarla y mordía sus pezones que ya tenía muy rojos. 

— ¡Bésala Maité!

—Noooo, dijo mi hermana al unísono conmigo —pero el insistió empujando su cabeza hacia mí, ella volteó la cara y yo me hice hacia atrás. Insistió jalando ahora mi cabeza hacia ella que giro y me dio un beso rápido, apenas rozó mis labios, ya el momento nos estaba atrapando, yo respondí sujetando su cara entre mis manos y besándola apasionadamente llena de lujuria, mi corazón empezó a latir aceleradamente como nunca, mi respiración hiperventilaba, y mi vagina fluía como manantial, a ella la sentía casi en el paroxismo, tanto que nos olvidamos de él y prolongamos el beso infinitamente. Tenía nuevamente toda la mano dentro de ella y se veía fascinado mamando sus grandes tetas que ya se veían encendidas de tanto que las chupaba. En un momento que dejamos de besarnos la tomó de la mano y la hinco frente a mí.

— Abre las piernas —apenas me dijo cuando ya me las abría sujetándome por las rodillas.

— Noooo, eso no protestó mi hermana, la tomó por cabeza y cuello la fue acercando a mí, yo cerré los ojos, me imponía verla hacer lo que él pretendía, y sólo quedé en espera. Sentí sus labios tenuemente sobre mis labios vaginales, yo entendía que ella nunca había hecho una cosa así.

— Ábrele la vagina con tus dedos y lame alrededor. —empezó a hacerlo tímidamente, pero como en el beso la excitación extrema nos llevó a lo inimaginable, me abrió y metió sus dedos al mismo tiempo que lamía, cuando sacó los dedos, la tomé por la cabeza y se la hundí en mi vulva con todas mis fuerzas, la escena era indescriptible, todo eran sudor, babas, fluidos vaginales, para entonces ya tenía la verga en mi boca y me la empujaba hasta casi hacerme vomitar. Un nuevo orgasmo llegó como jamás lo había sentido... en boca de mi hermana.

— Ahora al revés —cambiamos posición, abrí la vagina de ella, muy blanca alrededor y rosada dentro, llena de viscosidad que le escurría, me excitaba y a la vez me frenaba cuando pensaba que era mi hermana. Lamí apenas en medio de aquella viscosidad y ella lanzó un grito, otra vez mi corazón retumbando como tambor, nuevamente la excitación al tope, ella ya mamaba la verga, separé sus piernas completamente y aparté sus labios vaginales con mis dedos, la succioné con fruición hasta que sus chillidos me indicaron que se estaba viniendo. Sacó la verga de su boca, no se había venido aún, siempre sabe mantener el control, nos pidió cambiar de posición, pero ahora yo recostada a lo largo del sofá y ella empinada, así la penetró por la vagina por varios minutos, lo veía rebotar sobre sus nalgas.

— Mamála J, métele los dedos, haz que se venga —de pronto mi hermana lanzó un grito agudo, alce la cabeza para mirarla y ella se quitó de mi vagina y tenía los ojos desorbitados.

— ¡Por atrás no, duele mucho, nunca me la han metido por ahí!

— Ya está adentro J, tranquila —y empezó el vaivén, ella casi al borde del llanto, él con el placer en el rostro y yo con el deseo en toda mi piel, volvió a reclinarse sobre mi vagina para chuparla, hasta que empezó a temblar todo su cuerpo y se dejó caer sobre mi gimoteando, se vino entre espasmos y estertores asincrónicos. Cambiamos nuevamente de posición, ahora yo empinada, antes de empezar a chuparla pude ver su ano completamente distendido, me causaba mucha excitación verla tan cogida por todos lados. De un golpe me penetró el culo, la sensación fue diferente a otras ocasiones, quizá porque tenía a mi hermana abierta frente a mí mamándole con avidez y esa perversidad me tenía al borde de la locura, en esa posición podía ver sus grandes tetas que se movían al compás de mis mamadas que a su vez se sincronizaban con las metidas de verga en mi culo, el orgasmo me hizo rasguñar su vientre dejándole marcas de ambos lados del ombligo.

Se sentó y las dos a su lado, la primera en empezar a chuparlo fui yo, después me quitó y puso a mi hermana enseguida hacía que nos besáramos y luego nuevamente nos ponía a cada una en su pene. Así estuvimos hasta que sentí palpitar su vientre y nos quitó, nos puso de rodillas y nos dijo que abriéramos la boca, el semen caía en mi boca, en la de ella, hasta que terminó.

— Dense un beso así —lo hicimos y su semen viscoso pasaba de una boca a otra, la escena era tan erótica que ambas empezamos gemir y temblar mientras nuestras lenguas eran un torbellino dentro de nuestras bocas, extasiadas pasamos un largo tiempo en ese beso húmedo lleno de fluidos y escurriendo por nuestras comisuras.

Ya de madrugada nos fuimos los tres a la cama, nos dimos varios besos aún antes de caer completamente rendidos.

Cuando desperté sentí la humedad entre mis piernas, él dormía boca abajo, pude ver sus nalgas que tanto me gustan, recordé las escenas de la noche, pero sólo estábamos él y yo, había sido más que un delirio onírico, casi una realidad, pero sueño al fin, sin embargo, la imagen de mi hermana desnuda, abierta, besándome me perturbaba desmesuradamente.

Mi mente enferma y pervertida evocaba las imagines, mirándolo a él, imaginándola a ella…

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