viernes, 27 de mayo de 2022

Historia 4..."E" (Primera parte)

 

Tenía miedo, realmente estaba aterrada, así lo denotaban la tensión que sentía en el vientre y el entumecimiento de mis piernas. Mi esposo manejaba y F viajaba en el asiento trasero, ellos se veían tranquilos y hasta alborozados.

Hace un mes fue nuestro aniversario de bodas, pero por razones de nuestras ocupaciones decidimos celebrar hasta ahora. Se puede decir que hemos sido una pareja estable y feliz, claro con los altibajos que siempre existen en la convivencia diaria, nunca hemos dejado que la cotidianidad aniquile el cariño y la sorpresa de vivir el día con día. Como toda pareja, supongo, siempre hemos tenido fantasías en nuestros momentos eróticos, esas que dan condimento y hacen aflorar la lujuria domesticada, pero jamás hemos llevado a cabo alguna más allá de nuestras demarcaciones.

Soy una mujer madura, médico de profesión y como herencia familiar, pero sólo en las mujeres, mi cabello es casi completamente cano, así sucedió con mi abuela, con mi madre y con alguna prima hermana. A los 27 años empezaron a asomar mis primeras canas. Mido 1.83 mts., soy de complexión delgada. Me gusta nadar y lo hago regularmente todos los días. Tenemos un hijo que cursa la universidad y una hija que recién va a entrar.

Después de la fecha de nuestro aniversario y durante un escarceo amoroso, mi esposo me dijo al oído mientras me penetraba:

 —¿Por qué no hacemos realidad lo de estar con un tercero para celebrar nuestro aniversario? —muchas veces, y digo muchas veces que se pueden traducir en años, había sido una fantasía recurrente.

—Si quieres hagámoslo —conteste ingenuamente, sabiendo que cuando pasara el momento quedaría en el cajón de las ilusiones de “úsese cuando se necesite”, y pensé soltando una ligera sonrisa: ¿a nuestra edad?

Unos días después que llegué del trabajo él se encontraba en el estudio, entre y lo saludé con un beso:

—Siéntate un momento —platicaba por video llamada con una persona, acerqué el taburete y me senté a su lado —mira ella es mi esposa

— Hola E, mucho gusto, ¡que guapa que eres eh! —el tipo tendría alrededor de 30 años quizá, calculé

 —Tú esposo me ha contado de lo que desean hacer y pues por aquí coincidimos y si te parece bien me agradaría me tomaran en cuenta.

Sorprendida sólo atiné a decirle que lo platicaría con J, mi esposo, y ya tomada una decisión lo platicaríamos más en serio.

 

Sentada en el sofá sentía su boca succionado mi pezón, lo alternaba con ligeras mordidas alrededor de él, yo acariciaba su cabello mientras él tenía una mano entre mis piernas intentando separarlas. Era delicioso sentir y saber que un desconocido tenía mi seno en su boca, era electrizante el momento. Decidí abrir las piernas y su mano subió entre ellas acariciándolas. Por la mañana había recortado mi vello púbico casi al ras, pero no depilado, a diferencia de mi cabello este era negro, me gustó como se veía, lo observaba mientras me bañaba. Cuando terminé de ducharme me puse la tanga azul que me había comprado un día antes para la ocasión aún incrédula por lo que teníamos planeado para la noche.

Abrí las piernas su mano subió entre ellas...se acomodó y liberó mi pezón, bajo la otra mano y me abrió aún más, me dejé hacer, con la primer mano hizo a un lado mi braga y acarició suavemente mis labios vaginales, mientras lo hacia su lengua lleno mi boca en un beso apasionado como el que me había dado cuando llegamos a la habitación. Buscó y encontró mi clítoris que acarició sin dejar de besarme. Le mordí el labio inferior y el respondió de igual manera, mi lengua recorría sus encías y dientes cuando sentí dos de sus dedos entrado en mi vulva, empezó a moverlos circularmente y luego a sacarlos y meterlos. Me tenía batida y a su merced, bajo mi calzón y se colocó hincado entre mis piernas las cuales volvió a separar a grado extremo con ambas manos.

—Tienes un cuerpo exquisito y tu olor me seduce —alcanzó a balbucear antes de  bajar su cabeza hasta mi bajo vientre y empezar a lamerme, a morder suavemente mi clítoris para finalmente introducir su lengua hasta el fondo a veces junto con uno o dos de sus dedos.

Empecé a sentir devaneos, señal inequívoca que se acercaba un orgasmo. Se escuchó una puerta y abrí los ojos, era mi esposo que regresaba del baño donde se había metido gracias al alcohol que había ingerido, se acercó, lo miré con cara contrita y de estupor, mis labios se contraían, no podía abrir los ojos por completo, se me cerraban a cada mamada. F ni por enterado se había dado, el continuaba masturbándome a placer. En un momento que volví a abrir los ojos mi esposo se había bajado el pantalón y se acariciaba el pene mientras nos veía con ojos vidriosos.

Mis alaridos fueron estruendosos e inmisericordes con el silencio, con mis dos manos empujaba la cabeza de F hasta casi asfixiarlo contra mi vagina a un ritmo ya vertiginoso, él no dejaba de chuparme y en un momento dado sentí su mano casi completa dentro de mí mientras lamía y sorbía. Me desvanecí unos segundos jadeando, alcanzada ya por los espasmos del primer orgasmo hasta que sentí que se quedó quieto sobre mi vientre. Un gran chorro de semen cayó en mi cara sorprendiéndome, mi esposo se había acercado hasta ella sin que me diera cuenta eyaculando en la frente, los párpados desde donde escurría por mi nariz, en las mejillas y su último gran chorro procuró que cayera en mis labios del cual alcancé a sorber una parte. Cuando terminó se dejó caer en el sillón a un lado mío mientras F seguía entre mis piernas con su cara recargada en mi vagina y vientre.

 

—¿Es en serio? —cuestioné a J— Si que te lo has tomado a pecho ¡eh!, pero mi amor ¿a nuestra edad, ya con hijos adultos hacer este tipo de cosas?

Estaba un tanto asombrada que se hubiera puesto a buscar a alguien en las redes porque las usamos estrictamente para nuestro trabajo y lo esencial con la familia sin más, lo virtual queda fuera de nuestra realidad, preferimos los contactos e intercambios persona a persona, de viva voz.

—¿No se te antoja?

—No lo sé, como fantasía suena interesante, pero implica muchas cosas, durante muchos años sólo ha sido como un sucedáneo de pasión —sonrío

—Somos adultos, y como dices a estas alturas estamos más libres de prejuicios sociales y psicológicos ¿no crees?, además de que es otra manera de compartir la vida que tenemos —mil cosas pasaron por mi cabeza tratando de anular mi indecisión.

—Vale pues hagámoslo, pero habrá que buscar bien con quien, para encontrar al indicado con todo, incluso con nuestra manera de pensar y nuestros gustos —no podría negar que una oleada de nerviosismo mezclado con entusiasmo recorrió todo mi cuerpo

—Yo creo que lo he encontrado, desde aquella ocasión que te lo propuse he platicado con varias personas y éste último es agradable, es educado, tendrías que platicar con él y opinar para decidir.

Si platicamos en varias ocasiones y efectivamente era agradable, culto, educado, además de tener una plática amena. Le dije a mi esposo que estaba lista que eligiera la fecha, pero que tendríamos que dejar claro algunas cosas entre ellas; que si alguno se sentía incómodo lo terminábamos en ese preciso instante; que no habría celos ni dramas; uso de preservativo obligatoriamente; nosotros decidimos se es factible otro encuentro o ahí queda la experiencia; sólo los tres y nadie más.

J se puso de acuerdo con F en la fecha y así me lo hizo saber.

—Quedamos el viernes, nos veremos en el lugar que frecuentamos, y de ahí ya elegimos donde ir— El lugar que frecuentamos es un bar agradable y tranquilo, con música de dos o tres cantantes que amenizan el lugar.

—¡Prométeme que me vas a cuidar amor!

Me lo había dicho con dos días de anticipación y desde ese momento no dejaba de pensar, desde que ropa ponerme, como debía comportarme, sino me iba a ver muy vieja, etc. etc. Me compré un par de vestidos, ropa interior, zapatos y me corté el pelo. Uno de los vestidos me quedaba arriba de la rodilla y cuando me lo probé me gustó como me quedaba, pero llegué a pensar sino me vería ridícula. Cuando le mostré a mi esposo me dijo que estaba perfecto.

Cuando llegamos al lugar el ya se encontraba ahí, lo vimos y fuimos directo a su mesa, se paró y nos saludó, me dio un beso en la mejilla y pude sentir su agradable fragancia.

—¡Dios, si que eres alta, y que hermoso tu pelo! —El era un poco más bajo que mi esposo y que yo, pero era guapo y se veía más joven en persona.

Durante el tiempo que estuvimos en el bar no dejó de mirarme y de vez en cuando como si fuera un ademán natural ponía su mano en mi hombro o bien en el dorso de la mía que quedaba de su lado, yo dejaba que la acariciara. Nos fuimos relajando los tres y elegimos el lugar al cual iríamos. Después de algunas horas decidimos partir, lo cual hizo que los nervios hicieran presa de mí.

—Yo traigo coche, pero vivo cerca, iré a dejar mi auto y así nos vamos los tres en un solo vehículo

—De acuerdo aquí te esperamos, pero por cualquier cosa que suceda te doy mi número —dijo mi esposo buscando su teléfono en el saco —creo que lo olvidé en casa, ¿amor le puedes dar el tuyo?

—Si claro —le di mi número y como a los diez minutos llamo que estaba por llegar, salimos del bar y un par de minutos después ahí estaba, mi marido pidió el auto y partimos del lugar.

Tenía miedo…

1 comentario:

  1. Ya extrañaba leer tus relatos y las imágenes que se crean en la cabeza al leerlos. Saluditos

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